Brasil está preparando un nuevo paquete de estímulo fiscal para batallar contra los estragos económicos del nuevo coronavirus, pero el aspecto más notable puede ser lo que no está: la impronta del ministro de Economía, Paulo Guedes.
El plan “Pro-Brasil” para inversión en infraestructura, minería, energía y desarrollo regional fue anunciado en una conferencia de prensa el miércoles por el jefe del Gabinete, el general de Ejército Walter Braga Netto, junto con el ministro de Infraestructura, Tarcisio Freitas, un ingeniero militar.
Guedes no apareció, suscitando interrogantes en Brasilia sobre el compromiso del presidente Jair Bolsonaro con la disciplina fiscal y el impulso de la inversión privada más que del gasto público.
Aunque el programa “Pro-Brasil” aún se encuentra en planificación y no tiene objetivos de gasto anunciados, dos personas familiarizadas con el asunto dijeron que las inversiones solo del Ministerio de Infraestructura podrían ascender a 30.000 millones de reales (5.500 millones de dólares), frente a los 18.000 millones de reales del actual presupuesto trienal.
Un 0,4% del producto interno bruto no es particularmente grande en términos económicos, pero podría tener un impacto político mucho más serio: es la más reciente señal de que la influencia militar en el gabinete de Bolsonaro está en aumento y la del ‘superministro’ Guedes disminuye.
“Simbólicamente, ayer (miércoles) fue un momento terrible para Guedes”, dijo Creomar de Souza, fundador de la consultora Dharma Political Risk And Strategy. “Parece que Bolsonaro y los militares ahora están decidiendo la política económica y que Guedes ya no es la voz más importante en estos temas”.
El zar de la privatización, Salim Mattar, quien reporta a Guedes, dijo que el plan anunciado por Braga Netto “es un poco diferente a los planes del Ministerio de Economía”.
Cuando se le preguntó el miércoles por la noche por qué Guedes no dio a conocer el plan “Pro-Brasil”, después de abandonar temprano una reunión del gabinete, Bolsonaro dijo que Guedes “participó un poco y participará bastante la próxima semana”.
Guedes, que reunió las competencias de tres ministerios en uno, fue anunciado como uno de los dos ‘súper ministros’ del presidente de extrema derecha, a quienes el capitán retirado del Ejército recurrió para asumir el cargo en enero del año pasado.
El otro miembro civil de alto perfil del gabinete, el ministro de Justicia, Sergio Moro, encabezó la agenda de “ley y orden” de Bolsonaro, pero amenazó con renunciar el jueves si el presidente cambia el jefe de la policía federal, dijo una fuente.
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La inversión pública y las empresas estatales, que Bolsonaro y los generales de su gabinete usualmente han apoyado, son un anatema para Guedes.
La crisis actual, y los debates sobre la mejor manera de responder a ella, han expuesto estas divisiones.
Lo que Guedes representa para la política económica ha sido claro desde el principio: reformas radicales para reducir el Estado, revisar el sistema de pensiones, privatizar las empresas estatales, desregular la economía y reformar el sistema tributario para estimular el crecimiento del sector privado y atraer la inversión extranjera.
Las consecuencias económicas de la pandemia de coronavirus han congelado esa agenda y forzado al gobierno a lanzar estímulos de emergencia, pese a que Guedes advirtió que serían fugaces.
La suma de todas las medidas fiscales y compromisos hasta ahora para proteger empleos, empresas y comercio asciende a alrededor de 1 billón de reales.
El gobierno espera que su déficit presupuestario primario de 2020 alcance al menos 600.000 millones de reales, alrededor del 8% del producto interno bruto.
Guedes y altos miembros de su equipo han dicho en repetidas ocasiones que este derroche de gastos es extraordinario y que los frenos fiscales se aplicarán nuevamente en 2021 una vez que la crisis haya pasado.
De lo contrario, advirtió, el llamado “riesgo de Brasil” podría volver, ahuyentando a los inversores extranjeros, devaluando la moneda y elevando las tasas de interés.
“Guedes no va a aceptar esta idea de inversiones financiadas por el Estado. Si lo hace, será una derrota humillante”, dijo José Francisco Goncalves, economista jefe de Banco Fator en Sao Paulo. Reuters