Vehículos calcinados, la oficina de una entidad bancaria en llamas, y destrozos en cajeros, escaparates y cualquier tipo de mobiliario urbano. Jóvenes con la cara cubierta y capuchas negras arrasaron con todo lo que encontraron a su paso en el centro de Milán para protestar contra la Expo Universal, que se inauguró en esta ciudad del norte de Italia este viernes. El evento, considerado como una oportunidad para Italia por el primer ministro, Matteo Renzi, fue contestado por miles de personas que participaron en una manifestación multitudinaria al grito de «¡no Expo!», y entonando la canción de Bella ciao.
Medio millar de manifestantes antisistema han mantenido durante horas la ciudad de Milán en un total caos en los fuertes enfrentamientos con la policía , fueron desplegados más de 2.000 agentes provistos con cascos y escudos, en una protesta que comenzó de forma pacífica y, de hecho, su cabecera recorrió el centro de Milán sin que se produjera ni un solo disturbio.
Los antisistema, con el rostro cubierto y vestidos de negro, se encontraban en la parte final de una manifestación que, pacíficamente, pretendía mostrar su rechazo a la Exposición Universal, bajo el lema «Expo: deuda, cemento y precariedad».
Sin embargo, los encapuchados, pertenecientes según los medios italianos a los conocidos como «black bloc», comenzaron a lanzar piedras y petardos contra los policías en la calle Magenta y han ocasionado importantes daños materiales.
Fuentes de la Jefatura de Policía de Milán informaron de que «una decena» de manifestantes, todos ellos italianos, fueron trasladados por las fuerzas del orden a dependencias policiales.
Por el momento, las autoridades están valorando «la posición jurídica» de seis de los arrestados, es decir, si se dan las condiciones para denunciarles, informa Efe.
Asimismo señalaron que un total de 11 agentes resultaron heridos leves tras los disturbios: siete carabineros (policía militarizada) y cuatro policías.
Los agentes en un primer momento respondieron con el empleo de agua a presión pero, al intensificarse los ataques de los antisistema, lanzaron gases lacrimógenos. Asimismo cerró al tránsito algunas calles, colocando furgonetas policiales en medio de la calzada, para evitar que los violentos pudieron continuar arrasando la ciudad.
Esto hizo que la manifestación se dispersara y que los antisistema, encapuchados, se atrincheraran en las proximidades de la vía Giosué Carducci, donde, según difunden las televisiones locales, incendiaron varios vehículos, sobre todo los de lujo, y destrozaron mobiliario urbano.
La calle quedó tan envuelta en llamas que resultaba difícil identificarla. A media tarde, varias columnas de humo negro se elevaban desde el centro de Milán.
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Uno de los vehículos incendiados se encontraba aparcado frente al santuario dominico de Santa María de las Gracias.
Asimismo lanzaron piedras, botellas, petardos y otros artefactos incendiarios contra varios edificios, lo que causó varios incendios y uno de ellos devastó una sucursal de la Banca Nazionale del Lavoro (BNL).
La lucha duró poco más de hora y media y, a su término, se pudo ver la imagen de una de las calles cubierta por un sinfín de prendas de vestir negras, de las que los antisistema se desprendieron para pasar desapercibidos y escapar.
Además pudieron verse las improvisadas armas que emplearon durante los enfrentamientos, como escudos, picos caseros o cócteles molotov.
Algunos de los encapuchados, italianos como procedentes de diferentes países, se desplazaron a las proximidades de la estación ferroviaria Cadorna, cuyos accesos fueron blindados por los policías.
La tensión fue en aumento durante las últimas horas y las autoridades ya contaban con la presencia de estos grupos violentos que, al parecer, actuaron por separado y divididos en grupos.
El Ministerio del Interior italiano había anunciado una ampliación de las medidas de seguridad en la capital lombarda, que cuenta con cerca de 5.000 agentes, algunos de ellos de paisano.
Tras la huida de los violentos, fueron los propios vecinos de los barrios afectados quienes salieron a la calle para limpiar y reparar en la medida de lo posible los cuantiosos desperfectos provocados.
El alcalde de la ciudad, Giuliano Pisapia, llamó a las fuerzas del orden a «aislar, identificar y castigar a estos delincuentes que están devastando la ciudad».