La eternización de Miguel Díaz-Canel al frente del régimen cubano para garantizar la continuidad del comunismo salió de los planes del castrismo ante la ola de protestas que claman por un cambio en la isla y su falta de pericia política para contener a la nueva generación que lo desafía sin importarle la represión.
La cuenta regresiva para la estocada al dictador ya comenzó con el posicionamiento de dos fichas en su entorno y ante el país: el exvicepresidente Carlos Lage y el general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja. La irrupción de ambos en la escena política abona el camino para la sucesión de Díaz-Canel, quien en sus poco más de dos años en el poder impuso una reforma monetaria que aumentó la conflictividad interna y la frustración social en medio de la pandemia.
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