Quince bungalows totalmente equipados, salida directa al mar con muelle exclusivo de 200 metros, pileta moderna, canchas de tenis y de paddle, helipuerto y máxima seguridad las 24 horas. Lejos de ser un apart o un spa, las comodidades obedecen a la quinta de Chapadmalal, un complejo solventado con fondos públicos que está reservado para el veraneo de los presidentes, aunque durante el kirchnerismo permaneció casi sin uso.
Es sabido, «el lugar en el mundo» de Cristina Kirchner está en El Calafate, lejos de la playa bonaerense. Sus hijos, sin embargo, mostraron cierta predilección por estos chalets ubicados a unos 23 kilómetros de Mar del Plata, totalmente amparados de la mirada de los curiosos. Tal vez por eso, la Presidenta optó por resguardarse allí esta semana, mientras transcurría la marcha del silencio.
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Fue una estadía intermitente: el miércoles temprano, la jefa de Estado se trasladó a Atucha II para encabezar un acto. Pasadas las 14, Cristina tomó el Tango 01 y volvió a resguardarse en Chapadmalal junto a sus hijos, lejos de la multitud que marchó a las inmediaciones de la Casa Rosada, y a la espera de su propio cumpleaños.