El PCCh ha ya sido considerado por los habitantes de Shangai y Beijing como carcelario que difruta con un pueblo oprimido en el encierro.
El encierro impuesto a la población ha sido tan extrema, que de acuerdo a Reuters, Coco Wangs ha declarado que: “Era como una prisión”.
A tal punto sufren los residentes que aseguran que temen más a las medidas del PCCh so pretexto del virus, que al propio virus.
El cierre de gran parte de Beijing ha representado el encierro obligatorio de alrededor de 59 millones de personas.
Conforme establece la agencia informativa, se permite que dos voluntarios de cada edificio de apartamentos se les permite pasar dos horas al día comprando alimentos, lo que no mitiga el hambre de la gente que ha optado ya por actuar guiados por sus necesidares y realizar desobediencia civil.
Se ha ordenado a los residentes de otros distritos que se consideran afectados por la pandemia (que el pueblo no siente), que trabajen desde casa.
Las autoridades han cerrado restaurantes, gimnasios, lugares de ocio, muchas rutas de autobús, múltiples líneas de metro, carreteras, recintos y parques. Un infierno dicen los residentes, que no solamente no merecen, sino que no entienden y hoy detestan.sr490.com