Colombia vive desde este lunes, día en que celebra el 205 aniversario de su independencia, un nuevo alto el fuego de las FARC que se espera dé un segundo aire al proceso de paz por el cual el presidente Juan Manuel Santos llamó a la unidad nacional.
«Yo los invito a todos, a los amigos del proceso y a los que tienen dudas o temor, a que nos unamos en torno a este objetivo: el mayor de Colombia, el más importante, el más sublime, que es la paz», dijo el jefe de Estado en el discurso de instalación del nuevo periodo de sesiones ordinarias del Congreso.
El alto el fuego de las FARC fue anunciado el pasado 8 de julio en La Habana por esa guerrilla en respuesta a una petición de Cuba y Noruega, países garantes de los diálogos de paz, de un «desescalamiento (reducción de la intensidad) urgente del conflicto armado» y de medidas «de construcción de confianza».
La medida llega en un momento crucial para los diálogos que desde noviembre de 2012 se celebran en La Habana, pues el recrudecimiento del conflicto tras la suspensión de la tregua anterior de las FARC, el pasado 22 de mayo, y la falta de avances en las conversaciones han mermado la confianza de los colombianos en el proceso, sumido en una delicada crisis.
El cese de «toda acción de carácter ofensivo contra las Fuerzas Armadas del Estado y la infraestructura pública y privada» ordenado por las FARC comenzó a las cero horas de hoy, según una instrucción del secretariado (máximo órgano de esa guerrilla) emitida ayer en La Habana.
Al anunciar la suspensión de hostilidades, las FARC dijeron que esta medida seria de un mes de duración, pero días después Santos explicó que será de cuatro meses, al cabo de los cuales y dependiendo de su cumplimiento, decidirá si se continúa o no con el proceso de paz.
Este alto el fuego, que se espera sea correspondido con una reducción de las operaciones militares contra las FARC, encaja en un pacto de las partes para agilizar la consecución de acuerdos que permitan llegar a un cese el fuego bilateral y definitivo en el tramo final de los diálogos.
La tregua guerrillera fue recibida con alivio por la sociedad colombiana, que en los últimos dos meses asistió horrorizada a un oleada de ataques de las FARC contra militares y policías y contra la infraestructura petrolera y energética, con graves daños para el medioambiente.
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En su discurso de hoy, Santos no se refirió directamente al alto el fuego de las FARC, que llega 60 días después de que esa guerrilla suspendiera el anterior, que duro cinco meses, pero puso énfasis en la imperiosa necesidad de la paz.
«Si en algo necesitamos estar unidos, es en esto. Si algo debe unir a las fuerzas vivas del país es la paz», dijo el mandatario, quien insistió en que ese propósito «debería llenarnos de entusiasmo y llamarnos a trabajar unidos por el país».
En esa línea, el jefe de Estado se dirigió a los críticos de la negociación a quienes invitó a abandonar «juicios y prejuicios», así como «posiciones intransigentes» en aras de la paz.
«Yo los necesito a todos ustedes. El país necesita unidad. ¡Y no podemos fallarle!», exclamó Santos en el Capitolio Nacional, a donde acudió para instalar el próximo periodo legislativo, después de asistir a un Te Deum con motivo del aniversario de la independencia y al tradicional desfile militar.
Por la construcción de la paz también abogó el arzobispo castrense de Colombia, monseñor Fabio Suescún, quien en el Te Deum dijo que el fin de medio siglo de conflicto armado debe ser un propósito nacional.
El domingo, un día antes de la entrada en vigor del alto el fuego, las FARC entregaron a una comisión humanitaria en el sur del país al subteniente del Ejército Cristian Moscoso Rivera, que estaba en manos de esa guerrilla desde el pasado 7 de julio, una decisión que contribuye a mejorar la relación entre las partes.
A pesar del entusiasmo generado por el alto el fuego, las FARC advirtieron que ninguna de sus unidades «está obligada a dejarse golpear por fuerzas enemigas y tendrá todo el derecho al ejercicio de su legítima defensa en caso de ataque».