Los colombianos amanecieron el viernes confundidos por un Nobel que premia a su presidente por una paz que todavía no llega, luego de intensas negociaciones para terminar con más de medio siglo de enfrentamiento armado con la guerrilla de las FARC.
«De momento estamos con premio, pero sin paz», sentenció Luis Pineda, un portero de 60 años convencido de que el presidente Juan Manuel Santos va en el buen camino para obtener ese galardón, pero que «todavía tiene que ganárselo más».
Pineda, que lleva décadas desplazado para huir de la violencia, reveló que votó ‘No’ en el plebiscito que tumbó el domingo los acuerdos entre el gobierno y los rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, que fueron firmados el 26 de septiembre en La Habana.
«No estoy de acuerdo en que los guerrilleros no paguen cárcel ni en que les den sueldos que a los pobres nos cuesta tanto ganar», explicó, mientras veía de madrugada por televisión la información del otorgamiento del Premio Nobel de la Paz al mandatario colombiano.
Además, para Pineda la guerrilla tiene aún muchas promesas pendientes, como la reparación a las víctimas del conflicto armado y la entrega de los menores que siguen en sus campamentos.
En cambio, Nubia Castañeda, de 40 años, reconoció el esfuerzo de Santos.
«Se lo merece. Nunca dejó su objetivo de perseguir la paz, y poner de acuerdo a tantas personas no es tan fácil», aseguró.
Para el taxista Fernando Chaparro, de 53 años, también el gobernante merece ese reconocimiento.
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Juan Carlos Ruiz, un soldado de 33 años, se manifestó triste: «De pronto más adelante (debería hacer sido el Premio Nobel a Santos). pero la paz en Colombia no se ha alcanzado».
Jasmine Castillo, comerciante ambulante, estuvo de acuerdo. A los 29 años, lleva 11 lejos de su tierra, Tumaco, en el departamento de Nariño, una zona roja del conflicto y una de las áreas con más presencia de cultivos de coca del país. Contó que su hermano era militar y lo mató la guerrilla.
«Me gustaría que hubiera paz pero no con este acuerdo. Ellos (los guerrilleros) han asesinado, extorsionado, secuestrado. y a los desplazados nos dan menos (dinero) que a los guerrilleros», afirmó.
Algunos de los puntos más criticados por los opositores al proceso de paz son, precisamente, un sistema de justicia transicional que no contempla cárcel para los guerrilleros y un modelo de participación política que les garantiza representación parlamentaria.
Los jóvenes que impulsan protestas callejeras en favor del acuerdo alcanzado sintieron el Nobel a Santos como un espaldarazo.
«Desde el domingo estamos viviendo un carrusel de emociones. Estamos muy contentos de que la comunidad internacional esté presionando porque estamos en un limbo», dijo Ary Capella, un activista de 37 años. Capella lleva dos días durmiendo con una docena de compañeros en la plaza de Bolívar, a pocas cuadras de la presidencial Casa de Nariño en un movimiento que llaman Campamentos por la Paz.
«Esto nos da muchas fuerzas para exigir los acuerdos ya», continuó, mientras de fondo otros jóvenes clamaban «¡Queremos la paz, queremos la paz!». AP