Escenario de un robo pocas veces visto, por no decir único en su tipo, fue el que se perpetró en el templo de San Cristóbal, ubicado a un tiro de piedra de la plaza principal de Hocabá.
Lo increíble de esta mezquindad y digna para presentarse en Ripley –“Aunque usted no lo crea”-, es que los malandrines llegaron al sitio, colocaron su escalera, bajaron las tres campanas y se las llevaron. Así de fácil. Lo realmente sorprendente es que no era una ni dos, eran tres campanas, logrando con ello una verdadera hazaña.
De acuerdo con los amables vecinos del barrio, las campanas eran sumamente antiguas y lamentan mucho este hecho, sobre todo porque el alcalde Eulogio Dzib Tun ya le dio carpetazo al asunto de la misma forma que lo hizo con la campana que también se robaron hace unos meses de la iglesia de San Francisco, ubicada a unos cuantos metros de sus oficinas y del palacio, frente a la antiestética, por no decir espantosa edificación de metal que erigieron en el parque principal y en la narices del bello templo, opacando el entorno visual de esta maravillosa población.
La importancia de esta sustracción reside no sólo en el aspecto de la seguridad del mismo poblado, sino que es un atentado contra los bienes de la nación y de nuestra cultura, ya que además de su belleza, las campanas pueden aportar información histórica muy importante.
Devuelven campana
Por ejemplo, hace unos años fuimos testigos que nuestro amigo don Alfonso Martín recuperó y ejemplarmente devolvió a su sitio la campana más antigua hasta ahora registrada en Yucatán, según consigna nuestro también amigo el cronista Juan Francisco Peón Ancona, que fue mandada a fundir por el entonces gobernador Antonio de Vozmediano en 1591 para el naciente convento de Monjas Concepcionistas de Mérida, y que hoy se exhibe en su templo. Y cuando nos preguntamos por qué no se imitó ese ejemplo, la respuesta seguramente será simple: falta de sentido común, visión y amor a nuestro patrimonio (por no decir ignorancia).
Lo más triste del asunto de Hocabá es que las campanas, fabricadas generalmente de metal fundido, sobre todo de bronce y otras valiosas aleaciones, posiblemente hayan sido fundidas o en el mejor de los casos vendidas a algún coleccionista, pero tristemente sin ser registradas. Y eso es realmente lamentable ya que en el caso del templo de San Cristóbal, de acuerdo con el Catálogo de Construcciones Religiosas del Estado de Yucatán, la fecha de su erección es incierta pero por su aspecto data del siglo XVII.
The only regard, for which most of the men go for cialis tadalafil , is to get sexual satisfaction. This site offers viagra levitra online 60mg without prescription in economical price. When shopping for this medicine, you can take the pharmaceutical in little measurements a few times amid the day (once in every 4-5 hours) yet you shouldn’t surpass the greatest permitted dose coût viagra of 100mg for every day. Keep squeezing until the urge to ejaculate diminishes After the squeeze, wait for about 30 seconds, then restart foreplay When again you feel like ejaculating, repeat the squeeze process After a few squeezing sessions, you learn the art of delaying ejaculation and viagra generic cialis after sometime you might not require the pause-squeeze technique at all A sickness or disease, but a behavioral dysfunction which may include: Erectile dysfunction or.
Lo obscuro del asunto es que ni crónicas coloniales o recientes investigaciones aportan esa información y esto pudo cambiar ya que las campanas nos hubieran podido ayudar a reconstruir este hecho histórico, ya que el estudio de las campanas –Campanología- puede contribuir con información realmente sorprendente.
Hurto en templo de San Francisco
En el caso del robo del templo de San Francisco, la campana había sido bajada del campanario años atrás debido a que fue azotada por un rayo que la fracturó. En su momento, es decir, en agosto de 2014, los habitantes afirmaron que en el pueblo todos sabían quiénes bajaron la campana, pero tenían miedo de denunciar por temor a represalias, y lo peor es que las autoridades ya tenían el dato desde aquel entonces y todo indicaba que estaban encubriendo a los autores del hurto.
Se dice que la campana estaba inhabilitada desde hacía 40 años y permanecía asentada hasta que en agosto de 2013, poco antes de los festejos que se realizan en honor a San Francisco de Asís, el ayuntamiento que encabeza el alcalde Eulogio Tun Dzib emprendió el cambio de luminarias del templo y desde entonces la campana desapareció.
Lo asombroso y digno también para ser exhibido en Ripley es que la campana, con sus toneladas de peso, desapareció en un parpadeo tal y como sucedió en el templo de San Cristóbal con las otras tres.
Ahora la iglesia permanece desnuda y a la espera de que alguien se apiade, como en el caso del oratorio de Sahcabá -del que dimos a conocer su ruinoso estado hace algunos años- que gracias al empuje del Dr. Jorge Victoria Ojeda y el grupo “Amigos del Patrimonio de Yucatán” será finalmente rescatado del olvido, esperando que sea cuidado celosamente por los pobladores.