De 1930 a 1970, en México era común encontrar tiendas dedicadas a la venta de armas, incluso tiendas departamentales contaban en su departamento de deportes con diversas armas, como en Estados Unidos, pero eso cambió al crearse la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, en 1972. Sin embargo, aún queda una tienda dónde adquirir armas legalmente, como señala el siguiente reportaje que publica The Associated Press.
En todo México hay un solo lugar donde se puede comprar legalmente un arma. Está escondido en un edificio anónimo de una base militar en la capital, atendida por soldados.
Quienes entran deben dejar sus celulares, tabletas o cámaras; quitarse gorras y pasar a través de un detector de metal. Las armas se mantienen en cajas de cristal cerradas con llave, a diferencia de las más de 50 mil tiendas de armas en Estados Unidos donde se exhiben a la vista de todos y los empleados están dispuestos a dejarte tomar una pistola o fusil descargado.
La Constitución mexicana garantiza el derecho de los ciudadanos a tener una pistola y rifles de cacería para defensa personal y deporte. Sin embargo, para que legalmente tengas en tus manos un arma, es necesario superar una serie de obstáculos burocráticos mucho más estrictos que en Estados Unidos y, para varios, también implica viajar grandes distancias para llegar a la única tienda de armas del país.
De hecho, es posible que la mayoría de los cerca de 120 millones de habitantes de México no tengan idea de la Dirección de Comercialización de Armas y Municiones de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), simplemente porque está prohibido que anuncie lo que vende e incluso la propia existencia de la tienda.
Eso, sin embargo, no ha impedido que sus ventas hayan ido al alza, en paralelo al gran y activo mercado negro de armas traficadas desde Estados Unidos.
De acuerdo con el registro oficial del ejército, a quien pertenece la tienda, se vendieron 549 armas en 2000. Para 2015, las ventas se dispararon a 10 mil 115, un incremento que también refleja el aumento en las preocupaciones sobre la seguridad personal en medio del incremento de los homicidios en México.
Las ventas subieron de manera importante después de 2006, cuando el entonces presidente Felipe Calderón asumió el poder y declaró una guerra contra los carteles de las drogas. En el país se registraron más de 164 mil asesinatos entre 2007 y 2014, según estadísticas oficiales.
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Aunque la propiedad de armas está consagrada en la Constitución, la ley también faculta al gobierno regular los tipos permitidos bajo ciertas condiciones. Los mexicanos pueden comprar legalmente una pistola para proteger su casa, mientras que miembros de clubes de cacería y tiro pueden adquirir hasta nueve rifles de un calibre no mayor a .30 y pistolas de hasta calibre 12, dijo a The Associated Press el coronel Eduardo Téllez Moreno, director de la tienda de armas.
Pero a diferencia de quienes dirigen las tiendas de armas en Estados Unidos, Téllez preferiría que nadie comprara lo que él vende en la suya.
«Es preferible no tener un arma, incluso en la casa, porque lleva a haber accidentes o peor, accidentes dentro de la familia por manejo indebido de las armas de fuego», dijo. «Es obligación del Estado proporcionar la seguridad a las personas que viven en el país, (pero) no es exactamente para tomar la justicia por su propia mano», añadió.
Pero algunas personas no confían en las capacidades de las autoridades para garantizar la seguridad.
Recientemente, el capitalino Alejandro Lozano llegó a la tienda para recoger un rifle de cacería después de esperar una semana mientras su documentación era procesada. Dijo que tiene una pistola en su casa, pero que desearía poder llevarla consigo a todos lados para protegerse de asaltos en autobuses, en cruceros o a la salida de bancos y cajeros automáticos.
«No es difícil» conseguir un arma, dijo Lozano. Pero «quisiéramos que mejor nos dejaran tener portación… como en los Estados Unidos… que nos dejen portar el calibre que sea».