
El Partido Conservador británico, en el gobierno, se reúne a partir del domingo en su congreso anual afrontando la pregunta de cómo y cuándo sacará al país de la Unión Europea.
En el inicio de una nueva era con la primera ministra, Theresa May, al frente, muchos en el partido están todavía eufóricos por el resultado del plebiscito de junio en que los británicos aprobaron la ruptura con la UE.
Pero el camino será tortuoso y el gobierno está cada vez bajo más presión para definir qué espera de las negociaciones y cuándo notificará oficialmente que se va de la UE, momento en que se abrirá un periodo de negociaciones de dos años.
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El gobierno de May está dividido en ambas cuestiones y los tres ministros clave en la negociación son percibidos como euroescépticos que quieren romper todos los vínculos.
May, en cambio, apoyó la permanencia en la UE y algunos de sus ministros clave, como el de Finanzas, Philip Hammond, quieren un divorcio en buenos términos y proteger el lugar del sector financiero, la City de Londres.
«Se sabe tan poco del Brexit», dijo Tony Travers, profesor de gobierno en la London School of Economics. «Uno se pregunta si el gobierno tiene una visión sobre lo que va a hacer con el país», añadió.
Al margen de ello, May -cuyo discurso principal cerrará el congreso el miércoles- va a la cita de Birmingham, en el centro de Inglaterra, en una posición de fuerza.
Los conservadores tienen una amplia ventaja en los sondeos sobre los laboristas de Jeremy Corbyn, sumidos en enfrentamientos y divisiones.
May es la mejor vista como primera ministra por un 67% de los consultados en un sondeo de Lord Ashcroft, en comparación con el 25% de Corbyn.
Pero con el Parlamento de vuelta al trabajo el 10 de octubre, aflora la sensación de que la luna de miel se está acabando.
Las divisiones en el gobierno se han traducido en algunos episodios embarazosos en la prensa.
El ministro de Exteriores, Boris Johnson, fue desautorizado por Downing Street cuando afirmó que el gobierno podría notificar su salida a principios de 2017 y dio por fin un detalle más allá del «Brexit es Brexit» que repite machaconamente May.
Pero cuando finalmente Londres active el Artículo 50 del Tratado europeo de Lisboa, la puerta de salida de la UE, se abrirá un proceso difícil que podría empeorar mucho las relaciones entre el ala euroescéptica y proeuropea del partido, ya maltrechas por el referéndum.
La emergencia del grupo euroescéptico Change Britain (Cambia el Reino Unido) -apoyado por Boris Johnson-, que pretende forzar a May a romper todo vínculo con Bruselas, da una idea de las presiones que tendrá que afrontar May.
Acabar con la entrada libre de ciudadanos europeos en Reino Unido es una de las demandas de este grupo, así como del 58% de los votantes conservadores que apoyaron el Brexit, pero eso cerraría las puertas del mercado único a las empresas británicas.
El domingo es el día destinado al debate sobre Brexit, con intervenciones de May, Johnson, y el ministro del departamento creado para negociar la salida, David Davis, así como el de Comercio Internacional, Liam Fox. AFP