
Los desacuerdos entre Turquía y Rusia pusieron en suspenso la ofensiva del régimen sirio en la provincia rebelde de Idlib, pero este paréntesis podría ser corto si no se llega a un acuerdo respecto a los grupos armados que la controlan, estiman analistas.
La cuenta atrás para el inicio de la ofensiva ya se inició cuando los presidentes turco, Recep Tayyip Erdogan, ruso, Vladimir Putin, e iraní, Hasan Rohani, se reunieron el 7 de septiembre en Teherán en una cumbre sobre Siria.
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Pero las divergencias que quedaron expuestas entre Erdogan y Putin, parecen haber incitado a Rusia, aliado de Damasco, a posponer la ofensiva para evitar una ruptura con Ankara, que se opone al ataque.
Turquía apoya a los rebeldes sirios. Junto a Rusia e Irán, aliados del régimen, los tres países impulsan el proceso de Astaná, iniciado en 2017 y que permitió instaurar «zonas de distensión» en Siria, una de ellas en Idlib.
Esta provincia es el último bastión de la oposición armada al presidente Bashar Al Asad, pero está controlada en un 60% por el grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS), compuesto principalmente por exyihadistas de Al Qaida en Siria.
Desde que fracasó la cumbre de Teherán, los turcos y los rusos intentan alcanzar un compromiso que les permita en particular neutralizar a los milicianos de HTS, considerado por Ankara como grupo «terrorista», pero sin lanzar una vasta ofensiva.
Putin y Erdogan deben reunirse el lunes en Sochi, en el suroeste de Rusia.
– Búsqueda de un compromiso –
«Pienso que la ofensiva, si hay una, no se llevará a cabo antes de varias semanas», confió a AFP un alto responsable turco que pidió el anonimato.
Para Turquía, un país que recibió a más de tres millones de sirios, lo que está en juego es doble.
Teme que una ofensiva a gran escala en Idlib, una región fronteriza de Turquía, provoque una nueva llegada de refugiados.
Asimismo se preocupa por los centenares de soldados turcos desplegados en doce puestos de observación en Idlib que hacen respetar la «zona de distensión», y por los grupos rebeldes sirios considerados «moderados», que reciben su apoyo y están presentes principalmente en el sur de la provincia.
Abdul Wahab Assi, analista del centro Jusoor especializado en Siria, estima que las divergencias expuestas durante la cumbre de Teherán «alejan la posibilidad de una ofensiva a corto plazo, al menos hasta fin de año».
Según Assi, un eventual compromiso podría traducirse como «una operación militar limitada o bombardeos selectivos» contra HTS, así como una modificación de los límites de la zona de distensión para alejar a los rebeldes de algunos sectores.
Rusia, estima, podría aceptar un compromiso que permita restablecer la seguridad en el tramo de la autopista Alepo-Damasco que cruza Idlib y el fin de los ataques con drones lanzados desde la provincia contra la base rusa de Hmeimim, en la provincia vecina de Latakia.
El régimen de Damasco y la aviación rusa multiplicaron los bombardeos en Idlib durante varios días en septiembre, pero esta semana la intensidad de los ataques disminuyó.
– Refuerzos «defensivos» turcos –
Según la prensa, Turquía envió refuerzos los últimos días a su frontera con Siria y a sus puestos de observación en Idlib, principalmente tanques.
Pero para el analista militar turco, Metin Gürcan, esos refuerzos son «defensivos» y destinados a proteger los puestos de observación turcos.
Gürcan considera que la ausencia de acuerdo con Turquía debería obligar a Rusia, así como a Damasco, a «proceder a ataques por etapas, que podrían durar meses en vez de una ofensiva amplia que podría terminar en unas semanas».
Que Moscú intente tratar bien a Ankara traiciona según él cierta desconfianza rusa hacia las milicias chiitas proiraníes, aliadas del régimen.
«Rusia necesita a Turquía como potencia sunita, para contrabalancear la presencia de milicias chiitas en el norte de Siria», afirma. AFP