
Las fuerzas antiyihadistas respaldadas por Estados Unidos en Siria llevan semanas esperando el día final del «califato» del grupo Estado Islámico, pero su último reducto parece que nunca se acaba de vaciar.
Decenas de miles de mujeres, niños y hombres polvorientos emergieron desde diciembre de un campamento en la localidad siria de Baghuz, en el este del país, y aún siguen surgiendo.
Las cifras desconciertan a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), lideradas por los kurdos, y complican su ofensiva para acabar con el otrora expandido «califato».
«Cuando comenzamos la operación sabíamos que habría civiles, pero no tantos», reconoció el jueves Adnan Afrin, un portavoz de las FDS.
En estos días, del último bastión del EI aún salieron miles de hombres y mujeres más, entre ellos quienes un día viajaron desde otros puntos del mundo para unirse a las filas del grupo yihadista.
Esto hizo que cambiara drásticamente la idea de que en Baghuz había unas cuantas familias y que quienes se negaban a salir o a rendirse habían elegido morir allí.
«Salen de debajo de la tierra […] son interminables», señaló un agente de las FDS.
La organización Comité Internacional de Rescate dijo el viernes que, en 48 horas, habían llegado 12.000 personas de Baghuz a un campamento para civiles en el noreste de Siria. Solo el jueves fueron 6.000 personas.
Las mujeres evacuadas desde el bastión esta semana daban cifras muy diferentes sobre la cantidad de familias que quedan en el reducto yihadista, bombardeado y asediado.
«Ya ven cuánta gente salió en los últimos días, y aún hay otros tantos dentro», aseguró Um Abud, una siria madre de cuatro hijos, con sus ojos verdes mirando fijamente tras un velo negro.
– Aún quedan «miles» –
Más de 55.000 civiles llegaron al campamento de Al Hol, gestionado por los kurdos, desde diciembre, según el Comité Internacional de Rescate (IRC).
«El IRC y otras agencias hacen todo lo que pueden para ayudar a los recién llegados, pero el campamento de Al Hol está en un punto límite», dijo el viernes la organización.
«Nadie podría haber imaginado que en Baghuz aún vivía una cantidad tan grande de mujeres y niños».
Esta situación plantea preguntas sobre cómo los gestores de ayuda humanitaria, los miembros de las FDS y sus socios de coalición pudieron subestimar a ese nivel el gran número de gente que quedaba en el desmoronado «califato».
Las mujeres, sacadas en camiones de Baghuz en los últimos días, contaron que vivían atrincheradas cerca de la curva del río Éufrates cuando se reinició la campaña de bombardeos contra el reducto.
«Hay miles de familias saliendo [pero] dentro había miles y miles de familias», dijo el miércoles, tras su huida, Um Alaa, de 35 años y procedente de la localidad iraquí de Heet.
Esta madre de 10 hijos contó que uno de sus niños murió la semana pasada debido al hambre.
En unas imágenes que la AFP obtuvo gracias a los Free Burma Rangers, un grupo humanitario cristiano dirigido por un exagente de las fuerzas especiales de Estados Unidos, se veía a cientos de personas que seguían en el campamento junto al río.
Las grabaciones, que se habrían filmado el jueves, muestran a mujeres vestidas de negro caminando entre viviendas improvisadas, vehículos y restos de metal amontonados en el suelo.
El grupo humanitario llegó muy cerca del campamento en los últimos días y su jefe, David Eubank, dijo a la AFP que dentro podría haber unas 2.000 personas.
Según el analista Mutlu Civiroglu, que se encuentra en el este de Siria, el EI está intentando comprar tiempo a base de «liberar a un cierto número de personas, entre ellos combatientes, en cantidades controladas».
«Si quisieran rendirse lo habrían hecho […] y si quisieran combatir de nuevo, también lo habrían hecho», consideró.
El retraso es «un esfuerzo deliberado, quizás para prepararse para otra cosa […] No está claro qué podría ser». AFP