
El gobierno venezolano y la oposición lanzaron un proceso de diálogo, pero la desconfianza y las divisiones internas obstaculizan una salida consensuada a la crisis política y económica en el país.
Delegados de ambas partes acordaron la madrugada de este lunes una agenda de conversaciones, con el auspicio del Vaticano y la Unasur, y una delegación internacional encabezada por los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), tras una reunión que inició la noche del domingo en medio de fuertes tensiones por la suspensión del referendo revocatorio contra Maduro.
«De gestos concretos del gobierno dependerá que este diálogo tenga o no continuidad. Que se haya abierto este diálogo no quiere decir ni de lejos que se va a paralizar la lucha», advirtió este lunes el secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús Torrealba, al admitir que el sector de la sociedad que se opone a Maduro está «desarmado».
La liberación de opositores encarcelados y la reactivación del referendo o elecciones anticipadas son algunas de las principales peticiones de la MUD a un gobierno que no reconoce la existencia de presos políticos y que en reiteradas ocasiones ha advertido que no se va a «dejar tumbar».
Las partes volverán a reunirse el 11 de noviembre en Caracas, pero antes trabajarán en mesas separadas sobre temas como respeto al estado de derecho; justicia, derechos humanos, reconciliación; crisis económica y social; y el espinoso asunto electoral.
Pero analistas advierten que el gobierno quiere ganar tiempo con esta tentativa, mientras que la oposición podría profundizar sus divisiones al sentarse a dialogar.
Uno de sus principales partidos, Voluntad Popular, del encarcelado Leopoldo López, se marginó del proceso por estimar que «no están dadas las condiciones», al igual que otras 14 agrupaciones de la coalición.
Por otra parte, los seguidores de la MUD vienen aumentando la presión a sus líderes para que tomen acciones más fuertes para destituir a Maduro, en medio de una devastada economía, inseguridad e inflación disparada. Según la firma Venebarómetro, Maduro tiene una impopularidad del 76,4% y casi un 70% está a favor de revocar su mandato, que concluye en enero de 2019.
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«Para crear confianza en el diálogo tenemos muy poco tiempo, la magnitud de la crisis toca todo el cuerpo, aquí no hay hueso sano, el desespero en la calle es altísimo y rápida la velocidad de la crisis», aseveró el sociólogo político Francisco Coello.
– Juicio y marcha en veremos –
Torrealba anunció que, pese a las conversaciones, la oposición mantendrá su ofensiva, y el parlamento se dispone a declarar a Maduro en «abandono» del cargo, acusándolo de la crisis y de incumplir sus funciones, en una sesión a la que fue llamado a comparecer el martes.
Un juicio político no está previsto en la Constitución y, en todo caso, la justicia declaró en «desacato» a la Asamblea Nacional, por lo que sus decisiones son consideradas nulas. La semana pasada, Maduro amenazó con encarcelar a opositores si lo enjuiciaban.
Torrealba aseveró que reformularán acciones como una marcha de opositores, prevista para el próximo jueves, hacia el palacio de Miraflores, que hacía temer estallidos de violencia porque el gobierno llamó a sus seguidores a «esperarlos» allí.
Para el analista Luis Vicente León, si la oposición «no confía en su propia capacidad de mover a la gente» lo mejor era sentarse «de una vez a negociar, poniendo sobre la mesa su fuerza teórica, antes de demostrar que no la tiene empíricamente».
– ¡No le creo ni los buenos días! –
Durante la instalación de la mesa, Maduro afirmó que asumía su «compromiso total y absoluto» con el dialogo.