El Día del Trabajo en Estambul degeneró hoy en violentos disturbios al prohibir el Gobierno las celebraciones en la céntrica Plaza de Taksim y ser las marchas sindicales duramente reprimidas por la policía. Al menos 245 personas han sido detenidas.
Estambul amaneció hoy bloqueada. Los transbordadores que comunican la orilla asiática y europea a través del estrecho del Bósforo quedaron amarrados, los puentes fueron cortados al tráfico y varias líneas metro, tranvía y autobús, suspendidas. Unos 25.000 agentes de policía protegían con tanquetas y vehículos blindados todos los accesos a la Plaza de Taksim para impedir la llegada de los manifestantes. El centro de Estambul recordaba a una ciudad fantasma.
Pero el Gobierno islamista moderado del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) se negó a permitir celebrar la Fiesta del Trabajo en la famosa plaza y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, calificó a los sindicatos y partidos de izquierda de “provocadores” por llamar a sus afiliados a marchar hacia Taksim.
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“Sabemos que dentro de unas horas no echarán gas y quizás habrá heridos. Pero no vamos a renunciar a tratar de llegar a Taksim”, explicaba a primera hora de la mañana el librero Behlül Ocak, frente a la sede de la Confederación de Sindicatos Obreros Revolucionarios (DISK), una de las principales centrales del país y organizadora de las protestas. A su lado, Osman Tatlisu, de la federación de transportistas de DISK se quejaba de los obstáculos que pone el Gobierno a la afiliación sindical, en un país en que sólo el 5% de los trabajadores lo está, alegando que las trabas a la actividad sindical y las protestas obreras es una de las razones por las que Turquía tiene la tasa de accidentes laborales más alta de Europa (1.800 muertos el pasado año): “Yo he estado en Barcelona y he visto cómo los trabajadores se manifestaban libremente. Así que nosotros tenemos que luchar, como se luchó en España contra Franco”.
Además de en la sede de DISK, en otros puntos en los aledaños de Taksim también comenzaban a reunirse los manifestantes pero al mínimo intento de enfilar hacia la plaza la policía actuó con dureza haciendo uso de gases lacrimógenos. Aparte del selecto y reducido grupo de sindicalistas –de centrales más cercanas al Gobierno- a los que sí se les permitió acceder a la plaza para depositar coronas de flores en memoria a los asesinados en 1977, sólo un puñado de militantes del Partido Comunista consiguió entrar en ella, en una carrera para evitar los porrazos de la policía. Tras su simbólica victoria, fueron detenidos.
Incluso el cortejo principal, compuesto por unas 5.000 personas y encabezado por los líderes sindicales y varios diputados de la oposición fue gaseado por los policías pese a encontrarse en Besiktas, a unos 3 kilómetros de Taksim. Decenas de personas sufrieron heridas por las balas de goma, traumatismos por golpes varios y problemas respiratorios por el gas, entre ellos la diputada kurda Sebahat Tüncel.