El dólar, el petróleo y Donald Trump. La economía de México atraviesa un campo minado. El peso sufre una fuerte presión cambiaria y el PIB, tras años de reformas, sigue por debajo de su potencial. Carlos Serrano, el economista-jefe del BBVA-Bancomer, la mayor entidad de México, disecciona con frialdad estos desajustes. Su voz es una de las más respetadas.
Pregunta. ¿Teme que la tormenta sobre el peso vaya a más?
Respuesta. A corto plazo el peso va a seguir volátil. La crisis del crudo repercute y hay incertidumbre sobre una eventual subida de los tipos de interés en Estados Unidos. De todos modos, pensamos que el tipo de cambio se ha ido más de lo debido por el nerviosismo de los mercados.
P. ¿Ha influido en ello Donald Trump?
R. Donald Trump ya afecta al peso. Desde el momento en que es el candidato único de los republicanos, los mercados muestran temor. Y si las encuestas le dan alguna oportunidad, hará aún más ruido en el tipo de cambio.
P. ¿Y son viables sus propuestas?
R. Sus recetas económicas tendrían efectos muy negativos para la economía global, para Estados Unidos y, sobre todo, para México. Incluso ha anunciado medidas confiscatorias sobre las remesas. No son políticas posibles y ni siquiera las puede llevar a cabo un presidente solo, porque dependen de tratados y el Congreso. Pero suponen un riesgo.
P. ¿Y no hay posiciones especulativas detrás de la presión cambiaria?
R. Sí, pero no son el grueso de la caída. Hay muchos factores globales. Ahora bien, el nivel no puede de 18,40 pesos por dólar, como está ahora. Posiblemente a finales de año se sitúe en 17, y el año que viene en 16.
P. ¿Ha empeorado la economía en México?
R. Las cifras de crecimiento son muy similares a las del año pasado. Lo que ha cambiado es su composición. El motor exterior se ha debilitado y han caído las exportaciones a Estados Unidos, sobre todo, en automóviles y manufacturas. Sin embargo, el motor interno, el consumo, va bien. La inflación sigue baja, al 2,5%, y eso genera un mayor ingreso disponible en las familias. También ayudan el descenso de las tarifas en telecomunicaciones, el efecto de la depreciación sobre las remesas y las campañas de formalización de empleo.
P. ¿Y es posible remontar al 3% en lo que queda de mandato presidencial?
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R. En los dos próximos años va a ser muy difícil crecer al 3%. La economía mexicana posee ese potencial, pero ha sufrido dos choques. El primero es el petrolero. Ha sido un golpe para las finanzas públicas: hace dos años el crudo suponía casi una tercera parte de los ingresos públicos y hoy sólo el 17%. La respuesta del Gobierno ha sido recortar gasto, básicamente en infraestructuras. El resultado es un menor crecimiento general. El segundo choque procede de la debilidad de la demanda en Estados Unidos. Si se recuperase terreno en estos dos apartados, se podría crecer al 3%, pero eso tardará tres o cuatro años; el panorama está ahora por debajo.
P. ¿Y eso es suficiente?
R. Es insuficiente. Pero no es malo si se compara con Brasil o el contexto latinoamericano. La situación sería mucho más grave si no se hubieran aprobado las reformas estructurales. Ahora bien, si se habla de combatir la pobreza, es insuficiente. Para esa lucha se requieren tasas del 4%.
P. ¿Por qué las reformas no detonan la economía?
R. Hubo un ambiente de optimismo excesivo y muchos pensaron que las reformas iban a traer resultados antes de tiempo. Pero son procesos largos y con complicaciones, por ejemplo, la reforma educativa necesita una generación entera para que se culmine. Pero se ha avanzado. Los cambios en el sector de telecomunicaciones han permitido mantener baja la inflación, la reforma energética da los instrumentos para tratar de salvar a Pemex, y la fiscal ha compensado la caída de los ingresos petroleros, sin ella, la situación de las finanzas sería mucho más crítica.
P. ¿En qué ha acertado el Gobierno?
R. Las reformas, en su conjunto, son buenas. A medio plazo, disipados los choques, generarán hasta un punto de crecimiento.
P. ¿Y en qué se equivocó?
R. No acertó en el deterioro fiscal. La deuda pública aumentó del 37% del PIB al 47% en sólo tres años. Otro problema fue Pemex. Hubo una reacción tardía ante la caída de precios. Pemex es el reto más grande del Gobierno. Si se resuelven sus problemas, disminuirá los riesgos macroeconómicos.
P. ¿Es optimista?
R. Cautelosamente optimista. Pese a la volatilidad y a que vengan dos años sin aumentos del PIB fuertes, las reformas han puesto la base para crecer.