El estado de Texas ejecutó al preso Daniel López, un hispano de 27 años que había pedido acelerar la aplicación de su condena a muerte, impuesta por atropellar a un policía en 2009.
A López lo declararon muerto a las 18:31 hora local, quince minutos después de recibir una inyección letal en la cárcel de Huntsville, según notificó el Departamento de Justicia Criminal del estado sureño.
Sus últimas palabras fueron: «Espero que esta ejecución ayude a mi familia y también a la familia de la víctima. Lo siento por haberlos hecho pasar a todos por esto, lo siento. Espero que nos encontremos en el cielo».
El caso de López se remonta a la medianoche del 11 de marzo de 2009 en Corpus Christi.
Ese día, el hoy ejecutado agredió primero a un policía que trataba de detenerlo por una infracción de tráfico y luego se dio a la fuga.
Durante la persecución, López atropelló mortalmente al agente Stuart Alexander, con más de 20 años de servicio en el Departamento de Policía de Corpus Christi, que estaba instalando un dispositivo pincha-llantas en la carretera.
López, que en ese entonces tenía 21 años, nunca aclaró si el atropello fue intencionado o un accidente.
Al fugitivo lo interceptaron minutos después, tras recibir disparos en el brazo, cuello y espalda a su paso por otro control policial.
Durante su juicio, en 2010, López rechazó un acuerdo con los fiscales que le ofrecían una pena de cadena perpetua a cambio de que se declarase culpable y pidió que lo condenasen a muerte.
Desde entonces, insistió en reiteradas ocasiones en que se acelere su proceso de ejecución, que en algunos casos se prolonga durante décadas por las apelaciones y recursos que presentan los abogados de los presos.
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Pese a que López llevaba años expresando su deseo de morir lo antes posible, los abogados de oficio que tenía asignados recurrieron, contrariamente a su voluntad, a todas las instancias posibles con tal de evitar la ejecución.
David Dow, uno de los letrados, alegó que López sufría una «enfermedad mental grave y evidente» que lo llevó a utilizar el sistema de justicia criminal para «suicidarse».
Según Dow, «su historial, bien documentado, de conducta irracional y tendencias suicidas» así lo demostraba.
Ninguno de los tribunales a los que apelaron concedió una suspensión, por lo que el preso fue ejecutado según lo previsto.
La viuda de Alexander, Vicky Alexander, así como tres amigos de la víctima asistieron hoy a la cárcel de Huntsville a presenciar la ejecución.
Tras recibir su inyección letal, López se convirtió en el décimo preso ejecutado este año en Texas, la misma cifra que el estado sureño alcanzó en todo 2014.
En tanto, en todo el país han sido ejecutadas 19 personas desde que empezó el año.
Además, la de López es la ejecución número mil 413 desde que el Tribunal Supremo reinstauró la pena de muerte en 1976, y 528 de ellas se han aplicado en Texas.
La próxima cita con la pena de muerte será el próximo 26 de agosto, también en Texas, cuando está previsto ejecutar al nicaragüense Bernardo Tercero por un homicidio de 1997.