En la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, el soldado Julio César López Patolzin era apreciado por sus compañeros, por ser «buena onda», aunque «era callado y no le gustaba echar mucho desmadre».
MILENIO tuvo acceso a una de las libretas que López Patolzin utilizaba para estudiar, y cuya identidad fue confirmada por el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, como un militar en activo.
López Patolzin fue identificado con el número 38 en la lista de los 43 normalistas que permanecen desaparecidos desde el 26 y 27 de septiembre de 2014, y que se presume fueron secuestrados, ejecutados e incinerados en el basurero municipal de Cocula, tras ser detenidos por policías municipales de Iguala y Cocula, quienes los entregaron a Guerreros Unidos.
Al momento de su desaparición, Julio César tenía 25 años. Era originario de Tixtla, Guerrero y no tenía apodo.
Sus compañeros, quienes fueron consultados por MILENIO, comentaron que simplemente le decían «Julio».
«El Julio era buena onda, pero era callado. El Julio no le gustaba echar mucho desmadre, se llevaba con unos cuantos, pero siempre era agradable», afirmó un excompañero.
Sus excompañeros de banca aseguraron que era muy dedicado, porque quería sobresalir para ayudar a sus padres.
En su libreta de gusano de alambre, Patolzin escribió el 28 de agosto de 2014, un mes antes de desaparecer:
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«Mis habilidades es ser responsable tanto en lo académico, trato de poner mucha atención a los maestros para poder sobresalir adelante».
En otra parte de la libreta, como parte de sus actividades académicas, anotó el nombre del director de la Escuela Normal Rural: «José Luis Hernández Rivera. Sociedad de Alumnos Ricardo Flores Magón. El apunte termina con su nombre: «Julio César López Patolzin».
El secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, confirmó que ese estudiante es el soldado en activo que desapareció en septiembre del año pasado.
En una entrevista, que se transmitió en Primero Noticias, programa de Televisa, señaló: «Efectivamente, el nombre de uno de estos jóvenes que lamentablemente están desaparecidos, coincide con el de un militar en activo que tampoco lo hemos encontrado. Debo reconocer que estamos hablando prácticamente de la misma persona. Pero esto no es nada extraño, porque los comandantes de los diferentes niveles tienen la autorización por reglamento de que aquellos jóvenes que quieran estudiar y no interfiera en su actividad de servicio, les autoricen. Y a este muchacho le autorizaron estudiar. Él tenía dos o tres meses de haber ingresado a la normal y quería estudiar para maestro, hago la aclaración, porque dicen que a lo mejor era alguien que estaba sirviendo de espía, en dos, tres meses que tenía ahí, pues no podía haber servido de nada».
En junio del presente año, en respuesta a una petición de información, la cual se hizo pública a través de transparencia, la Secretaría de la Defensa admitió que uno de los normalistas desaparecidos tenía el mismo nombre que uno de sus soldados.
Sin embargo, Felipe de la Cruz, vocero de los padres de los normalistas, desmintió la versión y dijo que la Sedena buscaba dividirlos. Felipe pidió a la PGR investigar el caso y acusó al Ejército de ser el responsable de la desaparición de los estudiantes.
No obstante, Rafael López Catarino, padre de Julio César, admitió que su hijo estuvo en el Ejército, pero desertó para estudiar en la Escuela Normal de Ayotzinapa.