Tumbas que hacen de mesa del comedor y de mueble de la TV. Suena raro, pero para muchos filipinos el cementerio se ha convertido en su hogar. En Manila, el más conocido de los ‘barrios cementerio’ es el Cementerio del Norte. Algunos de sus habitantes viven aquí con toda su familia desde la niñez, o incluso desde que nacieron.
La práctica de buscar un domicilio en el camposanto se remonta al siglo pasado. La llegada de habitantes a los cementerios se intensificó en los últimos tiempos con el crecimiento de la población y, según cifras no oficiales, ahora son millares las personas que encontraron refugio entre las tumbas.
Manila es una de las urbes más superpobladas de la región, y su población, a falta de datos oficiales, se calcula que ronda los 20 millones de habitantes, según publica el sitio web actualidad.rt.com.
Algunos de los que viven en el cementerio son propietarios de la tierra, otros son los llamados ‘guardianes’, o ‘caretakers’ en inglés. Cuidan las criptas en algunos casos, o las alquilan; pero la razón por la cual el destino les llevó aquí es siempre la misma: la falta de dinero y la imposibilidad de tener una vivienda decente.
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«Estamos aquí porque somos dueños de este lote, pero antes alquilaba una casa normal. Dado que ahora soy soltera, decidimos utilizar este terreno y hacer de él nuestro hogar. Es muy difícil alquilar una casa pagando 200 o 100 dólares, especialmente para gente pobre como nosotros. Yo vendo flores en las afueras del cementerio; así que, si quiero hacer una pausa para dormir, simplemente vuelvo aquí», dice una de las personas que vive en este poco convencional asentamiento.
El cementerio es como una ciudad dentro de la propia ciudad, con sus calles y su tráfico. Sus habitantes se desplazan en los emblemáticos ‘jeepney’, el análogo del autobús, que circula por el cementerio y tiene rutas hasta el centro de la Manila.
Las personas que viven en el cementerio afrontan muchos retos y desafíos, pero también cuentan con servicios que alivian su día a día. Entre ellos, por ejemplo, las pequeñas tiendas donde se puede comprar chicle y refrescos, que se pueden encontrar prácticamente en todas las áreas del cementerio. Incluso se pueden encontrar canchas para jugar al baloncesto, el deporte más popular en Filipinas.