Un farmacéutico que ayuda a los atletas kenianos a doparse asegura a la AFP que el dopaje se ha convertido en una práctica corriente en Kenia, donde sigue siendo muy fácil conseguir EPO, aunque hay que ser más prudente que en el pasado.
Este farmacéutico, que ha reclamado el anonimato, explica que comenzó a ayudar a doparse a los atletas a comienzos de los años 2010. Trabaja en una gran farmacia de Eldoret, una ciudad al oeste del país, cerca de los principales lugares de entrenamiento como Iten.
Su farmacia tiene una licencia que le permite importar medicamentos desde India, como la eritropoyetina (EPO). Junto a algunos de sus colegas, sortea la ley para vender esta EPO sin receta y sin ningún tipo de control eficaz.
– «No hay nadie, ningún organismo que lo controle –
Por ello asegura que la EPO importada es intrazable. «No hay nadie. No hay ningún organismo que lo controle. Es bastante fácil cuando dispones de la licencia».
A veces, las autoridades inspeccionan la farmacia en busca de sustancias ilícitas, pero nunca encuentran nada. «Tenemos una habitación. Cuando entras piensas que es una pared, sin ver que hay otra pieza en el interior, donde guardamos los medicamentos» destinados al dopaje, describe.
Dice ocuparse de al menos 18 atletas y sus compañeros tienen su propia clientela. En Eldoret conoce a otros dos farmacéuticos que también trafican, lo que no quiere decir que haya alguno más.
«No necesitas ser un atleta de élite, de estar en el equipo nacional, de ir a las grandes carreras para ganar dinero», destaca. La mayor parte de estos atletas corren carreras de mediana importancia, sobre todo en Japón.
Confirma también tener como clientes a estrellas del atletismo, algunas de las cuales ya han sido cazadas en controles por no haber seguido «el procedimiento», dice el farmacéutico.
Cuando les atrapan «tenemos miedo de que desvelen quién les ha inyectado EPO», admite. «Si hablan, el gobierno nos retirará la licencia».
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«La EPO se utiliza normalmente durante el entrenamiento», explica. Describe un protocolo de dopaje bastante poco elaborado, en el que los atletas toman cantidades de EPO relativamente pequeñas, acompañadas por otros productos prohibidos, como los corticoides para acentuar sus efectos o los diuréticos para esconder su uso.
– ‘Hay más dopados’ que en el pasado –
En un informe de septiembre de 2018, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) concluyó que las prácticas de dopaje en Kenia «no parecen muy sofisticadas» y «ocurren de manera oportunista».
Según este farmacéutico, actualmente es más difícil que antes conseguir EPO y los atletas ya no tienen suficiente con presentarse en la farmacia para conseguirla como había sido frecuente en el pasado. Ahora deben ser ‘introducidos’ en el circuito por un amigo.
«Debes prestar atención a quién vendes estas inyecciones, ya que puedes atraer los problemas» asegura. Sin embargo, esto no impide que, paradójicamente, haya más atletas que se dopen que en el pasado, indica.
Antes, «estos atletas no conocían la importancia de utilizar EPO», explica. «Hay más que se dopan que hace unos años porque ahora saben» que un corredor dopado obtiene mejores resultados, «con lo que regresan y traen a otros atletas.
Cada semana, puede ver hasta cuatro clientes, a los que vende la EPO por 20 dólares (18 euros) por dosis. A esto hay que añadir entre 100 y 150 dólares para la persona que les inyecta la dosis.
Admite conocer algunos de los efectos secundarios de la EPO (aumento del riesgo de infarto y de accidentes cardiovasculares, hipertensión arterial, cáncer de la médula ósea…). «Antes de inyectar a un atleta, normalmente les decimos cuáles son los efectos secundarios», asegura.
«A pesar de todo lo hacen», añade el farmacéutico, quién tampoco esconde qué le motiva a hacer esto. «Lo hacemos por el dinero. En Kenia se puede hacer cualquier cosa por dinero». AFP