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Las cenizas de los difuntos católicos no se pueden esparcir, ni dividir, ni mantener en casa. Tampoco se pueden crear joyas a partir de ellas.
«La Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en cementerios, Iglesias u otros lugares sagrados».
Estas son parte de las nuevas instrucciones que la Congregación para la Doctrina de la Fe, el órgano de El Vaticano que se encarga de regir sobre la doctrina católica, publicó este martes con aprobación del Papa Francisco.
La Iglesia no se opone a la cremación por razones «higiénicas, económicas o sociales», pero el nuevo documento marca el cambio más grande a su instrucción Piam et constantem de 1963, cuando las cremaciones fueron autorizadas por primera vez.
«Las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia», o en algún lugar con «jurisdicción» eclesiástica, ordenan las instrucciones Ad resurgendum cum Christo.
«No sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos».
Algunas joyerías ofrecen servicios para convertir las cenizas de un difunto en una piedra brillante o varios tipos de adornos, lo cual es contrario a la nueva doctrina católica.
El Vaticano concede que las cenizas puedan ser conservadas en casa «sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias», o en lugares como en Asia donde la iglesia local lo prefiere.
El documento no abunda sobre qué casos son «graves», pero el consultor de la Congregación de la Doctrina de la Fe, Ángel Rodríguez, dijo en la presentación del documento que una opción es cuando una persona lo pida «por piedad o cercanía».
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En países como México, donde ocho de cada 10 personas se declaran católicos, las cremaciones alcanzan hasta el 80% en las grandes urbes como la Ciudad de México debido a la falta de espacio para las inhumaciones, pero también a que es un servicio más económico.
En cambio, en las poblaciones menos urbanizadas, el porcentaje se reduce a 40%, de acuerdo con datos de la red de funerarias Gayosso, la más grande del país.
Además, la Iglesia Católica puso una restricción para los difuntos de poca fe.
Los familiares de una persona que haya expresado su voluntad de ser cremado y sus cenizas esparcidas «por razones contrarias a la fe cristiana», no podrán solicitar las exequias, pues se le serán negadas.
En la presentación del documento, el secretario de la Comisión Teológica Internacional, Serge-Thomas Bonino, fue más contundente en su oposición a la cremación de las personas a la que consideró como «algo brutal».
«No es un proceso natural sino que interviene la técnica y no permite a las personas cercanas acostumbrarse a la falta de un ser querido», dijo en la presentación del documento.
Pero el mantener las cenizas en un cementerio o nicho «puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana», dice la nueva instrucción.
«Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas». BBC