La casa Alberione, ubicada en el municipio mexicano de Tlaquepaque, fue un hogar de acogida para sacerdotes involucrados en casos de pederastia, confirmó hoy el cardenal emérito Juan Sandoval Íñiguez.
En una entrevista con Efe a propósito de la reciente publicación de su libro de memorias, «Con mi propia voz», asegura que ese recinto fue un centro de rehabilitación de religiosos hasta que Juan Pablo II envió en 2001 una carta a los obispos para pedirles que no encubrieran estos casos.
«Desde que estaba yo en el cargo, antes sí, pero cuando en el 2001 el papa Juan Pablo II dijo que los pederastas tenían que salir del ministerio, entonces di la disposición a la casa Alberione que no admitieran ningún sacerdote pederasta», afirma.
Desde entonces, un grupo de médicos, psicólogos y psiquiatras atienden en esa casa, localizada a unos kilómetros de distancia del lugar donde reside Sandoval, a sacerdotes que sufren alcoholismo, depresión o que tienen «problemas de autoridad», señala el prelado de 83 años.
«Un pederasta no (es aceptado), primero porque nos va a dañar la obra, y segundo porque de todas maneras tiene que dejar el sacerdocio, ¿para qué estamos ya gastando en él?», pregunta.
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Con ellas, los obispos tienen la obligación de investigar «inmediatamente» y «a fondo» si saben de un caso de pederastia clerical, para enviar un expediente que es valorado en Roma. Además, deben informar a las autoridades civiles para que investiguen al sacerdote.
«Tiene que hacerse, debe hacerse porque está mandado que se haga», respondió el Cardenal Emérito a la pregunta de si los obispos cumplen con estas obligaciones.
El 4 de junio pasado el papa Francisco decretó el reforzamiento de las normas contra los casos de pederastia, por las que los obispos podrán ser destituidos de su cargo si han actuado de modo negligente o han omitido acciones al respecto.
La Santa Sede publicó el «motu propio» (documento papal) «Como una madre amorosa», con el que se concretan los artículos del Código de Derecho Canónico en los que se estipula la posibilidad de expulsar a un eclesiástico por «causas graves».