Las historias de Fernando, Emiliano y Rodrigo tienen mucho en común. Ellos, a su corta edad, viven abstraídos en sus asuntos, son hiperactivos, sensibles, piensan y aprenden rápido y tienen muy buena memoria.
La razón es porque tienen un Coeficiente Intelectual (CI o IQ) superior a 130 puntos y sus capacidades sobresalieron antes de llegar a la edad adulta, sin embargo, los tres vivieron diversos escenarios de discriminación y violencia escolar antes de ser diagnosticados niños sobredotados.
Fernando, de ocho años, conoce su talento y cuenta que antes de saberlo sufrió de bullying en muchas escuelas. “Las maestras me castigaban constantemente y mis compañeros se burlaban de mí. Ellos decían que tenía una enfermedad y requería de medicamento y, como desconocíamos mi diagnóstico, íbamos con psicólogos”, expone.
Claudia Villalobos Palacios, mamá de Fernando, recuerda que el menor fue amarrado, maltratado y amenazado en al menos cinco preprimarias, tanto por académicos como compañeros, y en repetidas ocasiones lo etiquetaron de “loco, extraño y muy inquieto”.
El director general del Centro de Atención al Talento (Cedat), el doctor Asdrúbal Almazán Meléndez, explica que estos niños suelen ser muy inquietos porque son hiperkinéticos, lo que los orilla a estar distraídos y causar desorden dentro del salón de clases porque se aburren muy fácil con temas monótonos.
Sin embargo, indica, es todo lo contrario porque de manera aparente nunca prestan atención con la vista, pero están al pendiente con el oído y, por tanto, obtienen buenas calificaciones y responden de manera asertiva a los cuestionamientos del profesor.
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Acentúa que por esa situación enfrentan varios obstáculos sociales, son mal diagnosticados y, al confundirlos, se les llega a considerar como niños con Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDHA) o malos estudiantes, un problema que los conduce al aislamiento y la depresión.
De acuerdo con el estudio “Perfil del Niño Sobredotado en México”, realizado por Andrew Almazán Anaya, director del área de Psicología del Cedat, el 93 por ciento de los niños talentosos son confundidos y mal diagnosticados con TDAH, lo cual genera un manejo inadecuado y la pérdida de sus capacidades.
Almazán Anaya señala que esa característica, la gran cantidad de energía física y capacidad motora que tienen para adquirir conocimientos y habilidades son elementos que los conducen a una valoración errónea.
“Es por eso que los padres de familia deben estar al pendiente para identificar sus cualidades y capacidades, lo que permitirá saber en qué momento es conveniente estimular a los pequeños y establecer pautas educativas”, señala en entrevista con Notimex.
La investigación -cuya muestra contó con más de mil 600 casos de menores- indica además que quienes tienen sobrecapacidad intelectual padecen el doble de bullying que los niños promedio, pues tienen intereses y habilidades diferentes a la media.
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El médico precisó que ese porcentaje es visible en menores de entre 14 y 16 años, quienes llegaron a ese centro después de haber estado en un sistema educativo carente de competencia que les impidió desarrollar su tenacidad.
“En esa edad tenemos muchos jóvenes dispersos en las redes sociales, la televisión y los videojuegos, por ejemplo, y con sus cualidades deberían estar inmersos en la lectura, el desarrollo científico y hacía una excelencia”, resalta.
Fernando aprendió a leer solo a los tres años y medio. Luego de nombrar varios huesos del esqueleto humano como muestra de su talento privilegiado, dice que de grande quiere ser inventor, atleta y/o presidente de México.
Para dar rienda suelta a su alta capacidad creativa e inventiva, el menor detalla que quiere hacer una máquina del tiempo y un calibrador de energía para impedir que el CO2 -dióxido de carbono- contamine más.
Tras unos segundos de pausa, señala que le gustaría “diseñar una inyección de mielina para curar a las personas con alguna discapacidad física”, comenta con un gesto amable y, al mismo tiempo, dirige su mirada hacia su mamá, quien lleva un bastón para sostenerse.
Mientras tanto, Emiliano, de 10 años, recuerda que hace unos meses viajó a León, Guanajuato, para participar en una estancia científica de verano diseñada solo para ellos por parte del Centro de Investigaciones en Óptica (CIO), donde tuvo la oportunidad de realizar actividades de ingeniería y física.
Impaciente por jugar con sus compañeros en la Sexta Reunión Anual de Convivencia de Niños Sobredotados Mexicanos, celebrada en semanas pasadas en el Parque El Batán, al sur de la Ciudad de México, el niño señala que en el Cedat aprendió mucho porque les enseñan temas a nivel bachillerato.
Estos son otros intereses que desde muy temprana edad estos infantes manifiestan, pues su capacidad les permite aprender y manipular símbolos: lenguaje, notación científica, musical, ingeniería y muchos más, de tal modo que tienen facilidad para incorporar a áreas académicas e intelectuales.
También, a diferencia de lo que se piensa de ellos, los niños talentosos destacan por ser diestros para el deporte, casi no tienen sobrepeso, les encanta divertirse y jugar.
El doctor Almazán Meléndez ejemplifica que en el Cedat invitan a los menores a integrarse y convivir con otros niños semejantes y les ofrecen temas para tener un vocabulario amplio, a fin de entender – desde temprana edad- materias encaminadas a ciencias. “Todo a través de la familia y la estimulación constante”, subraya.