Vladimir Putin, reelegido el domingo tras un triunfo aplastante, mantuvo el misterio respecto a una posible reorganización del equipo que lo rodea.
«Voy a pensar en lo que voy a hacer y de qué manera», indicó tras su victoria, y explicó que si hace cambios tendrán lugar tras su investidura a principios de mayo.
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De Dmitri Medvedev, el primer ministro, con cuya salida se especula a menudo, hasta Serguéi Lavrov, la indefectible voz de Moscú en la confrontación con Occidente, éstos son los fieles de Putin a los que habrá que estar atentos en el inicio de su cuarto mandato.
Dmitri Medvedev, leal primer ministro
En 2008, Putin designó a Dmitri Medvedev, entonces un desconocido, como sucesor al frente de Rusia. Desde entonces jamás salió realmente de la sombra del actual presidente.
Tras sus cuatro años en la presidencia, cedió el puesto a Putin y regresó al cargo de primer ministro, siguiendo el plan trazado de antemano.
Medvedev ocupa un lugar cada vez más marginal, limitado a cuestiones técnicas. En 2017, una investigación anticorrupción del opositor Alexéi Navalni sobre su supuesto patrimonio provocó manifestaciones de la oposición.
Aunque la prensa anuncia a menudo su marcha, el impopular Medvedev, que apenas participó en la campaña, jamás perdió el respaldo de su mentor, al que profesa una lealtad inquebrantable.
Serguéi Shoigu, el hombre de las guerras de Putin
La modernización del ejército ruso fue mérito suyo. El «éxito» de la guerra rusa en Siria, también. Ministro de Defensa desde 2012, Serguéi Shoigu es uno de los pocos miembros del círculo de Putin que no forma parte de su «clan» de San Petersburgo.
Tras su aire afable, el hombre originario de la república siberiana de Tuva esconde un notable gestor que demostró su valía en el ministerio de Situaciones de Emergencia, que dirigió durante casi 20 años y transformó por completo.
Serguéi Lavrov, la voz de Moscú
Diplomático respetado a nivel internacional, Serguéi Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores desde 2004, pudo parecer un tanto cansado en los últimos años, especialmente agitados.
Pero el intransigente jefe de la diplomacia rusa sigue adelante. Negociador inflexible, a sus 67 años continúa defendiendo sin descanso y con firmeza las posiciones rusas en el mundo, expresándose casi a diario sobre las crisis siria o ucraniana.
Igor Sechin, el rostro del capitalismo de Estado
Es un fiel entre los fieles. Igor Sechin, un viejo amigo de Putin, se impuso al frente de la compañía petrolera pública Rosneft, que transformó en un gigante mundial a pesar de las críticas sobre su gestión.
Tras convertirse en uno de los hombres más poderosos de Rusia, parece intocable y puede enfrentarse sin temor a ministros como el de Economía, Alexéi Uliukáev, que se oponía a la compra del grupo petrolero Bachneft por Rosneft.
Poco después, Uliukáev fue detenido en la sede de Rosneft acusado de cobrar sobornos. A pesar de las numerosas incógnitas que rodean el caso, se le condenó a ocho años de campo de detención en un juicio ignorado por Sechin, que no respondió a ninguna convocatoria de los jueces.
Elvira Nabiúllina, la economista ortodoxa
Economista renombrada, Elvira Nabiúllina fue nombrada al frente del banco central de Rusia en 2013, para sorpresa de todos.
Los círculos financieros aplaudieron su gestión de la grave crisis monetaria que golpeó el país en 2014. Bajo su mandato, el banco central mantuvo los tipos altos y cerró decenas de bancos con prácticas dudosas, aplicando métodos a veces radicales e impopulares que evitaron sin embargo un naufragio económico a Rusia.
Alexei Kudrin, la eminencia gris
Dentro y fuera del sistema, ministro de Finanzas entre 2000 y 2011, año en el que lo despidió Medvedev, Alexéi Kudrin nunca permaneció muy lejos del juego político ruso.
Este liberal, gestor riguroso y apreciado en el extranjero, aprovecha su independencia para dar a menudo, en los medios, lecciones de gestión económica al poder.
Su regreso al gobierno es un rumor recurrente, difundido por quienes quieren creer en una Rusia que no se aleje definitivamente de Occidente.
Asesor del presidente Putin en la campaña electoral, la semana pasada dio una entrevista al diario económico Vedomosti en la que explicó lo que haría si fuera primer ministro.
Su vuelta parece sin embargo improbable, ya que supondría un acercamiento a Occidente e implicaría una complicada convivencia con su enemigo jurado, Medvedev.
Los cinco desafíos económicos de su nuevo mandato
Estos son los cinco desafíos económicos del cuarto mandato del presidente ruso, Vladimir Putin.
– La falta de mano de obra –
Rusia, que tiene 146,9 millones de habitantes, ha perdido cinco desde 1991 por la grave crisis demográfica posterior a la caída de la URSS.
La generación nacida en los primeros años postsoviéticos, marcados por la baja natalidad, está llegando ahora al mercado laboral. Pero hay el riesgo de que falte mano de obra calificada y eso frene el crecimiento.
«Tendremos menos jóvenes en los próximos 10 a 15 años. Por eso, un joven especializado con nuevas aptitudes (…) será muy valioso», advirtió recientemente el exministro de Finanzas liberal Alexei Kudrin.
– La reforma de las jubilaciones –
La edad de jubilación en Rusia —55 años para las mujeres y 60 para los hombres– es un de las más bajas del mundo. Y aunque las pensiones son muy pequeñas, el sistema está en peligro por el declive demográfico.
Vladimir Putin reconoce que es necesaria una reforma, pero de momento la ha postergado.
Los sectores liberales, como el que representa Kudrin, propone aumentar gradualmente la edad de jubilación a 63 años. Pero la reforma, que existe desde la época soviética, podría ser muy impopular en un país donde muchos jubilados tienen problemas para llegar a fin de mes.
El Kremlin anunció el viernes que está preparando una reforma para que las jubilaciones aumenten más rápido que la inflación.
– Atraer a los inversores –
Putin suele prometer a los inversores extranjeros mejorar el clima para los negocios, lastrado, según él, por la burocracia.
Pero según Chris Weafer, fundador de la consultora Macro Advisory, «Rusia debe atraer más inversión extranjera, debe crear un entorno de competencia favorable, con un rublo débil, impuestos bajos para la industria e incentivos a la inversión, y reducir la burocracia».
Según el analista, «la necesidad de inversión extranjera es la razón por la cual el Kremlin no ha respondido a las últimas sanciones estadounidenses, ya que no quiere que se vuelva más difícil para los inversores extranjeros acudir a Rusia».
El viernes, el Kremlin pidió al primer ministro Dmitri Medvedev y a la presidenta del banco central, Elvira Nabiúllina, un plan antes del 15 de julio para reforzar las inversiones de la economía rusa, todavía muy dependiente de los hidrocarburos.
– Diversificar la economía –
Pese a las promesas del gobierno, Rusia, rica en reservas de hidrocarburos, sigue sometida a la fluctuación de los precios, como reveló la crisis de 2015 y 2016.
«Esto claramente es negativo para las perspectivas de crecimiento», según el banco Alfa.
Para romper esta dependencia, Chris Weafer sugiere apostar por la creación de pequeñas empresas otorgándoles créditos «más accesibles».
También alienta a invertir en robótica, tecnologías «inteligentes» y en inteligencia artificial.
Lev Jakobson, profesor de la Alta Escuela de Economía de Moscú, cita por su parte el ejemplo del «impresionante crecimiento de la productividad del sector agrícola», que bate récords tanto en cosechas como en exportaciones.
– Aumentar la productividad –
«La economía es muy ineficaz. Esto se debe a la herencia del sistema soviético y al crecimiento fácil de la riqueza petrolera entre 2000 y 2013», estima Weafer. «Hay muchas ineficiencias en el sistema que, si fueran corregidas, podrían conducir a un fuerte crecimiento»
El experto cita el caso del sector petrolero que, acuciado por la crisis, aumentó su producción a un promedio de 740.000 barriles al día entre agosto de 2014 y noviembre de 2016. «La industria se vio obligada a volverse más eficaz e innovadora», asegura.
Para modernizar las grandes empresas, el gobierno lanzó varios planes de privatización, pero el papel del Estado en la economía quedó nuevamente reforzado en los últimos años, en los que el gigante petrolero Rosneft creció considerablemente. AFP