Pocas personas pueden aspirar a dirigir el grupo yihadista Estado Islámico (EI), tras la muerte de su líder Abu Bakr al Bagdadi, eliminado el domingo por un ataque estadounidense en Siria.
La lista de posibles sustitutos es corta, según los expertos, y se redujo aún más después del anuncio de la muerte, en otro ataque de Estados Unidos en el norte de Siria, del portavoz del EI, Abu Al Muhajir, una figura conocida que formaba parte de los posibles nombres.
Las cuentas asociadas al EI en las redes sociales no hablaron por el momento de la muerte de Al Bagdadi y menos aún de un sucesor.
Según Hisham al Hasemi, un experto iraquí en el EI, habría dos candidatos: Abu Othman al Tunsi y Abu Saleh al Juzrawi, también conocido con el nombre de Hajj Abdalá.
El primero es un ciudadano tunecino que preside el consejo de la shura del EI, un órgano político consultivo, sobre el que se sabe poco, explica el experto.
El segundo es un saudita que preside el «Consejo de los delegados» del EI, cuyo rol es ejecutivo.
– «Deserciones» –
Ambos, explica Hashemi a la AFP, tienen el mismo hándicap: ninguno es originario de Siria o Irak -Bagdadi era iraquí-, los dos países de los que proceden la mayoría de los combatientes del grupo. Escoger a un líder sin tener en cuenta este factor «podría llevar a deserciones», señala Hashemi.
Aymen Jawad Tamimi, un universitario especializado en el tema, menciona igualmente a Hajj Abdalá como potencial heredero.
Se sabe poco sobre él, aparte de que haya sido citado como «adjunto de Bagdadi» en documentos del EI que han sido filtrados. «Hasta donde sé, no está muerto», precisa Tamimi.
Otra figura del grupo sale a menudo a relucir: Abdalá Qardash, un exoficial del ejército iraquí que fue encarcelado con Bagdadi en 2004 en Bucca, una cárcel entonces bajo mando militar estadounidense.
Pero según Hashemi, la muerte de Abdalá Qardash fue anunciada en 2017 por varios miembros de su familia, especialmente su hija, que se encuentra en manos de los servicios de inteligencia iraquíes.
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Quien quiera que sea el sucesor de Bagdadi, se enfrenta a una compleja tarea en un momento en el que el movimiento, tras sus derrotas militares, tuvo que dispersarse en multitud de células clandestinas en Siria y en Irak, países en pleno caos con comunicaciones difíciles.
– «Poco importa el nombre» –
Bagdadi enfrentó una oposición interna sobre sus decisiones estratégicas durante la caída del «califato» en marzo pasado, cuando algunos combatientes yihadistas lo acusaban de brillar por su ausencia.
Con Bagdadi muerto, «afiliados del EI podrían cambiar su juramento o simplemente decidir no confirmar su juramento a su sucesor», explica a la AFP Nate Rosenblatt, investigador en la Universidad de Oxford.
Nuevas alianzas podrían reforzar otros grupos yihadistas rivales del EI, como Hayat Tahrir al Sham (HTS, exrama siria de Al Qaida) o Hurras al Din, un grupúsculo extremista, precisa Rosenblatt.
Max Abrahms, de la Northeastern University de Boston, estima que la sucesión de Bagdadi no tendrá mayor impacto sobre el terreno.
«Poco importa el nombre de aquel que tomará el lugar de Bagdadi», casi invisible desde 2014, dice Abrahms.
«Al nivel de toma de decisiones, operaciones y reclutamiento, el EI siempre ha estado mucho más descentralizado que Al Qaida», añade.
Cuando mataron a Bin Laden en 2011, igualmente en una operación militar estadounidense, la cuestión de su remplazo era mucho más crucial, ya que estaba mucho más implicado y dirigía una estructura más centralizada.
En cambio, según Abrahms, «pocos grupos yihadistas, por no decir ninguno, no cuentan con una organización tan burocrática como la del EI». El grupo «debería fortalecer más las filas en lugar de desintegrarse». AFP