Después de que tanques norvietnamitas voltearon el portón del Palacio Presidencial en Saigón hace 40 años, Washington impuso un embargo económico que impidió a Hanoi recibir asistencia incluso de instituciones multilaterales como el Banco Mundial.
El 40mo aniversario de esa ruptura encuentra a los dos países más próximos que nunca desde entonces: las dos naciones reanudaron relaciones diplomáticas en julio y el presidente estadounidense de entonces Bill Clinton levantó el embargo y negoció un acuerdo comercial bilateral. Cuando visitó la capital vietnamita en el 2000, fue recibido como un astro de rock.
Y los vínculos entre ambas naciones, aunque afectados por diferencias en torno a temas como el de los derechos humanos, siguieron fortaleciéndose desde entonces, en parta gracias a un rival común: China.
La amistad bilateral se reforzó en el 2013, cuando el presidente vietnamita Truoung Tan Sang visitó la Casa Blanca y el presidente estadounidense Barack Obama lanzó un ambicioso plan de cooperación en las relaciones diplomáticas, el comercio y la economía, la defensa, el legado de la guerra y otros asuntos. Los dos países se comprometieron a respetar «los sistemas políticos del otro».
De acuerdo con The Associated Press, ambas naciones ven con cierta desconfianza los reclamos territoriales de Beijing en el Mar del Sur de China, incluidas aguas tradicionalmente vietnamitas.
Washington elabora su política hacia el Mar del Sur de China enarbolando los principios de libertad de navegación y resolución pacífica de las disputas, pero su credibilidad como potencia en el Pacífico depende de que pueda demostrar cierta influencia y solidificar alianzas militares. En ese contexto, le encantaría tener a Hanoi de socio.
Estados Unidos y Vietnam vienen realizando maniobras militares y diálogos de alto nivel desde el 2003. A fines del 2013 Washington aceptó entregarle a Vietnam cinco patrulleros marítimos como parte de un acuerdo de asistencia de 18 millones de dólares.
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Una alianza abierta de Vietnam con Estados Unidos no sería bien vista por China, una especie de hermano mayor de los vietnamitas histórica e ideológicamente. Cuando Vietnam ofendió a China invadiendo Camboya en 1978, Beijing lanzó una breve pero sangrienta guerra fronteriza. Hoy es poco probable una respuesta tan brutal, pero China, que es el principal socio comercial de Vietnam, tiene otras herramientas a mano.
Se espera que Nguyen Phu Trong, jefe del Partido Comunista y en la práctica el líder máximo de Vietnam, haga una visita sin precedentes a Washington este año. Para despejar cualquier inquietud, encabezó una delegación de alto nivel que visitó Beijing este mes para reafirmar los lazos tradicionales.
El interés común en impulsar los negocios también ha incidido en la evolución de las relaciones. Hanoi y Washington se benefician ambos de la presencia de Vietnam en el Acuerdo Transpacífico que se está negociando entre 12 países de América y Asia. Algunos legisladores estadounidenses, no obstante, consideran que Hanoi debe mejorar su desempeño en el campo de los derechos humanos para poder recibir privilegios comerciales que deberían apuntalar mucho su economía.
Los derechos humanos impiden a su vez que Estados Unidos levante la veda a la venta de armas letales a Vietnam.
Si bien el manejo de los derechos humanos ha mejorado en relación con el período de posguerra, en el que abundaron los campamentos de «reeducación», la situación de la libertad de expresión sigue dejando mucho que desear. El Comité para la Protección de Periodistas incluyó este mes a Vietnam entre los 10 países con mayores restricciones a la libertad de prensa, junto con naciones como Eritrea, Corea del Norte y Arabia Saudita.
Excepto por los lazos militares, las relaciones de Estados Unidos con Vietnam son hoy casi las mismas que tiene con cualquier otra nación asiática.