El grupo yihadista Estado Islámico anunció hace unos dos meses el nombre del sucesor de Abu Bakr Al Bagdadi, fallecido en un asalto de las fuerzas estadounidenses, pero la identidad real de este último sigue siendo incierta, como lo es la estrategia de la organización.
La organización designó a Abu Ibrahim Al Hashemi Al Qurashi como nuevo «califa de los musulmanes», pero son pocos los analistas que afirman conocerlo.
«Sabemos poco de él, excepto que es el primer juez de [la organización] Estado Islámico y que dirige el comité de la sharia», la ley islámica, indicó recientemente Hisham Al Hashemi, un experto iraquí reconocido, especialista en el grupo yihadista.
Pero hay quien llega a dudar de su existencia, y sugiere que el líder quizá ni siquiera haya sido nombrado.
«A la organización le tomó desprevenida la brutalidad de la eliminación de Bagdadi. Desde entonces, comunicó la identidad de un sucesor del que ni siquiera se sabe si existe realmente, o si esto no es más que un señuelo mientras se realiza un proceso de selección de un sucesor efectivo en la zona de Siria-Irak», apunta Jean-Pierre Filiu, profesor del instituto de Ciencias Políticas Sciences-Po de París, especialista en el mundo árabe.
Justo después de que Bagdadi detonara su cinturón de explosivos, tras una intervención estadounidense, el presidente, Donald Trump, afirmó que sabía «exactamente» quién sería su sucesor. Sin embargo, poco después, un alto responsable estadounidense mencionó a un «perfecto desconocido».
– Figura tutelar –
Desde entonces, silencio total. «Creo que Estados Unidos sabe quién es», señala Seth Jones, del Centro para Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS) de Washington. «Ningún grupo terrorista puede guardar en secreto la estructura de su jerarquía, nadie es tan bueno».
Pero que un puñado de expertos y altos responsables estén informados no basta. La organización necesita una figura tutelar, un guía, un estratega.
Bajo Bagdadi, que fue muy discreto, el grupo EI experimentó la gestión de un proto-Estado, producía libres escolares y acuñó una moneda. Desde la caída de Baguz, en marzo, y el fin del califato tras varios años de guerra, se reorganizó recurriendo a tácticas de guerrilla.
Con todo, para que la autoridad de su nuevo jefe no sea contestada por los suyos, este último debe salir del anonimato. «Necesita expresarse públicamente», agrega Seth Jones, para aportar «una suerte de dirección estratégica, algo que inspire al movimiento en un sentido amplio».
In view of all sexual health benefits the capsule is viagra cheap no prescription appalachianmagazine.com rated as one of the best herbal supplements for low energy and stamina. Availability and purchase: As a user, you can have several choices on purchase levitra online appalachianmagazine.com how to treat your condition. Expert surgeons will do the necessary testing such as ocular coherence Tomography, Ocular Blood Flow and do will offer the best treatment accordingly. brand viagra mastercard Magento is one of the most popular and with a strong anabolic effect to date are the following steroids: Testosterone cypionate, Deca-Durabolin, buy levitra viagra Equipoise, Anadrol, Dianabol, Trenbolone. is a leading online store especially created to buy anabolic steroids online and other pharmaceuticals without a prescription.Sin califato, ¿como va a atraer el grupo a combatientes extranjeros, continuar con sus ataques, federar a las organizaciones que le juraron lealtad? ¿Cómo apoyarlas financieramente y en el plano logístico?
«Las ‘provincias del Sinaí’, y sobre todo del ‘Gran Sáhara’ son escenario de un activismo particularmente letal, tanto por su propia dinámica como por haber delegado en la dirección central la gestión de la era post-Bagdadi», considera Jean-Pierre Filiu.
– «Necesidad de un atentado» –
«Es un hito para el grupo. Pero sin saber más sobre el líder, es complicado saber qué dirección van a tomar», sostiene Daniel Existe, investigador en la Universidad de Georgetown en Washington.
Según él, el nuevo «guía» está atrapado entre la necesidad de salir de las sombras y la exigencia de seguridad, consciente de ser un blanco primordial de sus enemigos. Pero esta discreción podría costarle cara.
«Ya estamos asistiendo a serias críticas por parte de otros yihadistas, que dicen que no hay califa sin califato», constató Daniel Byman. «A esta persona le costará mucho implantar su autoridad», agrega, y subraya que el vacío de poder podría darle ideas a los rivales.
En el plano operativo, el grupo no puede esperar reconquistar el territorio a corto plazo, mientras que el grupo EI «echaba mano de ingresos significativos de tasas y extorsiones varias entre quienes vivían bajo el control del califato», destaca Robin Simcox, investigador en la fundación estadounidense Heritage.
A causa de ello, «el EI actuará más como una insurrección, ahora que apenas controla territorio. Es una necesidad».
¿Cómo es la organización en la actualidad? Con o sin jefe, sigue resistiendo y nadie duda de su fuerza de ataque. Su nuevo jefe «necesita tremendamente un atentado», advierte en este sentido Seth Jones, que sospecha que el grupo podría actuar en suelo europeo, donde el impacto sería mayor que en la zona de Siria e Irak o en el Sahel.
El nuevo líder necesita un acto fundacional, añade, una operación exterior en la que el EI esté «implicada en términos de organización, de financiación, de preparación». AFP