Los migrantes en un extenso campamento en la ciudad mexicana Matamoros, a pasos de la frontera con Estados Unidos, han comenzado a aislarse lo mejor que pueden en sus carpas en preparación para la llegada del coronavirus.
Las autoridades locales y los defensores de derechos humanos están preocupados. Un gran brote de la epidemia aquí amenazaría con colapsar el sistema de salud de la ciudad, advirtió un funcionario.
Durante meses, miles de migrantes, muchos solicitantes de asilo en Estados Unidos que regresaron bajo el polémico programa Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés), han pasado por el campamento ubicado entre la maleza junto a un río fronterizo.
Los casos de resfriados y gripe se propagaron rápidamente, y los defensores de los migrantes han denunciado las malas condiciones de salud y saneamiento en el asentamiento que actualmente alberga a unas 2.000 personas.
Ciudades fronterizas como esta pronto estarán más pobladas: el Ministerio de Relaciones Exteriores de México dijo el sábado que había aceptado recibir a migrantes centroamericanos que solicitan asilo en Estados Unidos, a fin de minimizar la aglomeración en la frontera por el coronavirus.
Si surgen una gran cantidad de casos en el campamento, “habría un colapso del sistema de salud”, dijo Ulises González, coordinador del departamento de salud estatal en Matamoros.
“Nos falta personal, nos faltan recursos”, agregó.
Las poblaciones de migrantes en todo el mundo, que a menudo carecen de asistencia sanitaria estatal y la capacidad de aislarse en el hogar, se consideran entre las más vulnerables a la propagación del coronavirus.
Matamoros tenía una población de más de 520,000 personas en 2015, según cifras oficiales. Sus cinco hospitales públicos tienen sólo 25 ventiladores y 11 camas de cuidados intensivos.
Los expertos dicen que es apenas una fracción de lo que se necesitaría para tratar un gran brote de COVID-19, la enfermedad a veces mortal causada por el coronavirus que en casos severos resulta en falta de aliento e insuficiencia pulmonar.
Hasta ahora, el estado Tamaulipas, donde de encuentra Matamoros, ha registrado tres casos del virus, y no hay casos sospechosos en el campamento, dijo González.
Julio Frenk, exministro de salud mexicano, comentó que la situación en Matamoros reflejaba un fracaso más amplio del gobierno de México para prepararse.
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Los críticos se han abalanzado sobre el presidente Andrés Manuel López Obrador por lo que dicen es una respuesta tibia al brote que ha cobrado 13,631 vidas alrededor del mundo. El gobierno asegura que el país debe seguir limitando el daño a la economía para que no perjudique a los más necesitados.
Desde el fin de semana, la frontera entre México y Estados Unidos redujo su tráfico para evitar la propagación del coronavirus. México tiene 251 casos confirmados de la enfermedad, una fracción de los casos en su vecino del norte.
AISLAMIENTO
González, el funcionario de salud, dijo que el estado estaba vacunando a los migrantes contra la gripe y distribuyendo información sobre una adecuada higiene y los síntomas del COVID-19.
En caso de sospecha, los migrantes recibirán instrucciones de permanecer en sus tiendas de campaña mientras se envían las pruebas a Ciudad de México para su procesamiento.
Quienes requieran hospitalización, serán trasladados aproximadamente a una hora de distancia a Reynosa, que tiene un suministro similar de ventiladores, dijo González.
Los migrantes que resulten positivos pero no necesiten ser hospitalizados recibirán instrucciones de permanecer aislados. Los funcionarios de salud están explorando la posibilidad de designar un refugio especial para ellos.
Joel Fernández, un abogado cubano de 51 años que busca asilo en Estados Unidos, ya se ha aislado en su tienda de campaña.
“El coronavirus mata”, dijo. “Salgo muy poco, lo necesario”.
Sin embargo, los expertos advierten que el distanciamiento social es prácticamente imposible en el bullicioso campamento de pequeñas tiendas de campaña.
Aunque, los migrantes pronto comenzarán a separar más sus tiendas, dijo Fernández, miembro del consejo del campamento. Reuters