La segunda vuelta de las elecciones regionales en Francia, que se llevará a cabo este domingo, ha tomado importancia adicional luego que el ultraderechista Frente Nacional y su candidata Marine Le Pen dominara la primera ronda promoviendo su mensaje antiinmigrantes aprovechando preocupación que existe en la población por la ola de refugiados y la violencia que ha mostrado el Estado Islámico.
La votación – la última elección a nivel nacional antes de los comicios presidenciales del 2017 – es vista como un indicador del sentimiento político en el país, especialmente sobre las probabilidades presidenciales de Marine Le Pen.
Aunque las listas del Frente Nacional dominaron en seis de las 13 regiones francesas, varias encuestas indican que podría perder esa ventaja en la segunda ronda.
La propia Le Pen enfrenta un duro reto del conservador ex ministro de Trabajo Xavier Bertrand en la región norteña de Nord-Pas de Calais-Picardie. Igualmente, su sobrina Marion Marechal-Le Pen, candidata en la región sureña de Provence-Alpes-Cote d’Azur, se mide con otro conservador, el alcalde de Niza Claude Estrosi.
Las dos mujeres del Frente Nacional consiguieron más de 40 por ciento de los votos cada una en la primera vuelta. Eso se debió en parte a que los socialistas, el partido del presidente Francois Hollande, retiraron a sus candidatos en ambas regiones en favor de rivales conservadores, con esperanzas de impedir un triunfo de las Le Pen.
Pero el resultado del domingo sigue incierto. El casi 50 por ciento de electores que no acudieron a la primera ronda pudieran ser la clave esta vez.
Le Pen ha trabajado arduamente para suavizar la imagen de su partido respecto a los días en que era dirigido por su padre, Jean-Marie, que ha sido condenado reiteradamente por racismo y antisemitismo.
El principal blanco de los ataques del partido son los inmigrantes, y a quienes Le Pen considera como amenaza del islam en Francia. Le Pen y su sobrina han dicho que se negarían a financiar los intereses de una sola comunidad, en referencia a grupos musulmanes.
Los llamados tradicionales del Frente Nacional a aumentar las medidas de seguridad y frenar el flujo de inmigrantes encajaron perfectamente este año con los mortíferos ataques de extremistas islámicos en París y el arribo de una cantidad inusualmente grande de migrantes a Europa.
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Otro blanco del Frente Nacional es la Unión Europea. El partido quiere sacar a Francia del bloque de 28 países y la moneda común y restaurar lo que llama la grandeza pasada del país.
Eso encuentra resonancia con muchos votantes exasperados con gobiernos de derecha e izquierda que no han conseguido reducir el índice de desempleo en Francia, del 10 por ciento ni recuperar el poderío económico global de la nación.
Partidos ultraderechistas y nacionalistas han ganado terreno en Europa en años recientes, desde Grecia y Hungría hasta Austria y Holanda, debido en parte a la crisis de inmigración en el continente.
Todas las regiones de Francia, a excepción de una, son gobernadas actualmente por los socialistas, que han visto su respaldo público reducirse severamente desde el ascenso a la presidencia de Hollande.
Los socialistas fueron apenas terceros en la votación nacional en la primera ronda, aunque sondeos indican que pudieran recuperar algo del respaldo en la segunda.
Los conservadores republicanos del expresidente Nicolas Sarkozy podrían terminar ganando el domingo en varias regiones. Esa victoria sería un impulso para Sarkozy, de cara a las elecciones presidenciales de 2017.
El primer ministro Manuel Valls ha encabezado la carga socialista contra el Frente Nacional – y advirtió el viernes que una victoria de éstos pudiera generar divisiones que «podrían llevar a una guerra civil».