
Las fuerzas árabo-kurdas apoyadas por la coalición internacional antiyihadista se están preparando para el asalto final al último reducto del grupo Estado Islámico (EI), a la espera de que finalice la compleja evacuación de civiles antes de entrar en acción.
Varios miles de personas, sobre todo mujeres y niños, ya han abandonado el último bolsón yihadista, reducido a menos de un kilómetro cuadrado, en cinco oleadas de evacuación desde el miércoles de la semana pasada.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que desde septiembre pasado libran una batalla decisiva en este último reducto de EI en Siria, suspendieron sus operaciones hace más de dos semanas para evitar un baño de sangre, acusando a los yihadistas que resisten hasta el final de utilizar a los civiles como «escudos humanos».
«Queremos que las operaciones de evacuación se terminen lo más pronto posible para pasar a la segunda etapa, la de la guerra o la capitulación de los combatientes de EI», dijo este jueves a la AFP, Adnan Afrine, un portavoz de las FDS.
La milicia árabo-kurda estima que aún quedan entre varios cientos y pocos miles de personas en el último bolsón yihadista, reducido a unas pocas manzanas contiguas a un campamento improvisado.
«No sabemos el número exacto de civiles que todavía siguen dentro, pero todos los días nos sorprendemos por la cantidad de personas que lo abandonan (al reducto), algo que no esperábamos», añade Afrine.
Este jueves, las FDS anunciaron que habían «evacuado a miles de civiles» y «liberado a 24» de sus combatientes secuestrados por EI.
Los yihadistas están atrincherados en la periferia este del poblado de Baghuz, ubicado en la margen oriental del río Éufrates, cerca de la frontera con Irak.
Se encuentran rodeados al norte y oeste por las FDS, al sur por las fuerzas progubernamentales sirias y al este por las fuerzas y milicias antiyihadistas iraquíes.
«Esperamos desde hace tiempo la llegada de vehículos para poder partir», señala Nadia al Hamid, oriunda de la ciudad siria de Mayadin, en el punto de control y vigilancia dispuesto por las FDS.
Pero «algunos combatientes de EI dicen: ‘queremos morir aquí'», añade.
«Dentro sólo quedan ‘muhajirat'», dice, refiriéndose a extranjeros que se han integrado a EI o mujeres que se han casado con yihadistas.
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– Heridos –
Algunas mujeres que han logrado salir del último bastión yihadista habían intentado antes huir en repetidas ocasiones. En vano. «En el Estado (Islámico), no dejan salir a nadie. Las carreteras estaban cerradas y nos decían que no debíamos salir, puesto que era un pecado», dice una de ellas bajo cubierta del anonimato.
La situación parece, no obstante, haber cambiado desde hace una semana, y el EI autorizó, según diversos testimonios de evacuados, a irse del enclave a quienes así lo desearan, en particular mujeres y heridos.
El miércoles, 15 camiones transportando centenares de personas llegaron a las posiciones de las FDS, constató una periodista de la AFP.
Algunos sobre muletas o en sillas de ruedas, los heridos a causa de los bombardeos o la explosión de minas han llegado por centenares en los últimos días.
Tras los registros -sin excepción entre los recién llegados- para identificar a yihadistas mezclados entre la multitud, las FDS trasladan a mujeres y niños al campamento de desplazados de Al Hol, en el noreste de Siria, en tanto que los presuntos yihadistas son enviados a centros de detención para ser interrogados más exhaustivamente.
– Hambrientos –
Al llegar, los evacuados suelen estar agotados y hambrientos, las mujeres buscan comida, agua y pañales para los niños.
Cerca de una ambulancia, una mujer turca llora en tanto su bebé, con fiebre, es trasladado por socorristas. «No ha comido desde hace varios días», añade.
El miércoles de noche, un portavoz de las FDS, Moustafa Bali, señaló en un tuit que lamenta la «destrucción por parte de EI del porvenir de toda una generación», evocando la existencia de «miles de huérfanos» en los campos.
Según la oenegé Save the Children, 2.500 niños extranjeros originarios de 30 países viven actualmente en tres campos de desplazados en el noreste de Siria. AFP