El gobierno libanés, confrontado a una ola de manifestaciones, intenta retomar el control este lunes aferrado a un plan de reformas, pero su tarea será ardua porque no cesa el malestar popular contra una clase política que ha dejado hundir al país.
Mientras las calles del Líbano resuenan desde hace cinco días con cantos de manifestantes que expresan su descontento, se inició un Consejo de Ministros extraordinario en presencia del primer ministro Saad Hariri y el presidente Michel Aoun.
Según la prensa libanesa, el objetivo es provocar un «shock» prometiendo la puesta en marcha de reformas que fueron imposibles por disputas y divisiones políticas.
En los últimos años, la vida cotidiana de los libaneses se ha degradado, con incesantes cortes de agua y electricidad, 30 años después del fin de la guerra civil (1975-1990).
El periódico francófono L’Orient Le Jour resumió lo que está en juego en la reunión: «¿Este plan, que prevé en principio medidas concretas y rápidas, bastará para calmar a los manifestantes y obligarlos a regresar a sus hogares?».
Para el diario anglófono The Daily Star «Líbano está ante dos posibilidades: las reformas o el precipicio». «El pueblo escribe la Historia», aseguró de su lado el periódico Al-Jomhouriyya.
– Rutas bloqueadas –
Los manifestantes parecen más determinados que nunca.
Desde la mañana del lunes, manifestantes cortaron varias rutas en todo el país para impedir que los empleados puedan ir a sus lugares de trabajo, mientras que en las redes sociales se multiplicaban las convocatorias para salir a las calles.
Bancos, universidades y escuelas estaba cerrados este lunes, en medio de este movimiento de protesta que paraliza al país.
El domingo, cientos de miles de libaneses salieron a las calles en todo el país, reclamando un cambio radical de un sistema político acusado de corrupción y clientelismo, en medio de la crisis económica.
En un ambiente festivo hasta a altas horas de la noche, en el centro de Beirut la multitud bailó y gritó lemas como «Revolución, Revolución» o «el pueblo quiere la caída del régimen».
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«Son todos caudillos (…) Esperamos desde hace más de 30 años que hagan cambios y no han sido capaces», lamenta Patrick Chakar, un joven manifestante de Beirut, agitando una bandera libanesa.
Roni Asaad, un empleado de 32 años que volvía a protestar este lunes, dijo que, con o sin plan de reformas, ya no tiene «ninguna confianza» en la clase dirigente. «Nada me sacará de las calles hasta que renuncie el gobierno».
– «Muy injusto» –
Según fuentes gubernamentales, el plan elaborado por Hariri recibió el domingo la aprobación de los partidos de la coalición gubernamental, dominada por el Movimiento Patriótico Libre Libre, cercano a Aoun y al Hezbolá proiraní.
El viernes, el primer ministro amenazó veladamente con renunciar en caso de fracaso, pero, según la prensa libanesa, París y Washington lo disuadieron.
Entre la veintena de medidas esperadas, el gobierno debe prometer no imponer más impuestos y lanzar un importante programa de privatizaciones para intentar mejorar la deteriorada infraestructura.
Al inaugurar la reunión del gobierno, Aoun, cuyo yerno, el jefe de la diplomacia Gebran Bassil, es particularmente abucheado en las protestas, reconoció que los manifestantes expresan «el dolor del pueblo» pero consideró «muy injustas las acusaciones de corrupción generalizadas».
Aoun estimó que «habría al menos que empezar por levantar el secreto bancario sobre todos los ministros», según declaraciones publicadas por la agencia de información nacional ANI.
El movimiento de protesta comenzó de manera espontánea el jueves tras el anuncio de un nuevo impuesto a los llamados efectuados a través de las aplicaciones de mensajería internet como WhatsApp, una decisión finalmente anulada, pero el malestar siguió.
«Es difícil apagar el volcán con soluciones de último minuto», declaró a la AFP Imad Salamey, profesor de ciencias políticas de la Universidad Libanesa Americana de Beirut.
A su juicio, el plan de reformas «no llevará a ninguna parte (…), busca solo calmar la calle, pero no resuelve los problemas económicos». AFP