La huelga general en Brasil golpeaba este viernes al transporte público, las escuelas y parcialmente a los aeropuertos, en una protesta contra un plan de ajuste del presidente conservador, Michel Temer, que registró algunos choques entre manifestantes y la policía.
Durante las primeras horas de la jornada, manifestantes bloquearon calles en las principales ciudades del país como antesala de las manifestaciones convocadas por las mayores centrales sindicales, en rechazo a la reforma del sistema de jubilaciones y a la flexibilización de los contratos de trabajo.
Ambas iniciativas están en votación en el Congreso como parte del programa del gobierno para intentar sacar a Brasil de la peor recesión de la historia, que llevó al desempleo a un récord de 13,7%, 14,2 millones de personas, informó en la misma jornada el ente oficial de estadísticas.
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«Hoy Temer no gobierna. Quien está gobernando es la clase trabajadora», publicó en su página web la Central Única de Trabajadores (CUT), ligada a la izquierda, junto a numerosas fotos que mostraban a grupos de activistas con pancartas y banderas de la organización sindical en diferentes puntos de Sao Paulo.
En esta ciudad, motor económico del país, se produjeron algunos enfrentamientos entre manifestantes que obstruían arterias de la ciudad y la policía, generando congestionamientos en el tránsito, reportaron medios locales.
«Ya no podemos quedarnos más callados, con un gobierno que no es legítimo, que no fue elegido, promover una desarticulación de los derechos de los trabajadores y del pueblo brasileño», dijo Ricardo Jacques, un empleado bancario en huelga en esa ciudad.
Metalúrgicos, petroleros, personal de los hospitales y de los correos también anunciaron su adhesión a la protesta, que según dijo la CUT, identificada con la atribulada izquierda brasileña, será una de las mayores desde el retorno de la democracia, en 1984.
Altamente impopular, Temer reemplazó en 2016 a la presidenta Dilma Rousseff, del izquierdista Partido de los Trabajadores, que fue destituida por el Congreso acusada de manipular las cuentas públicas.
Rousseff había sucedido al dos veces mandatario Luis Inácio Lula da Silva (2003-2010), actualmente asediado por causas de corrupción en el escándalo de Petrobras, que también golpea a buena parte del gabinete de Temer y a decenas de legisladores de todo el arco político.
– Congreso vallado –
El aeropuerto doméstico de Sao Paulo registró ocho vuelos cancelados y cinco atrasos de un total de 63 previstos, pero la empresa que lo administra no supo precisar si los trastornos tienen relación directa con la huelga.
En la terminal internacional de Guarulhos, de las 93 llegadas y 59 partidas se registraron apenas seis retrasos «por motivos diversos», explicó un asesor de prensa, quien aseguró que por el momento «no se registraron impactos de la huelga».
El aeropuerto de Brasilia registró nueve atrasos y tres cancelaciones de los 80 vuelos previstos esta mañana, debido a las paralizaciones, informó el terminal aéreo.
La capital del país amaneció sin servicios de bus ni metro. Los edificios del Congreso y la Presidencia, en la céntrica Explanada de los Ministerios, fueron cercados desde la madrugada por un vasto operativo policial para impedir invasiones durante las protestas previstas a lo largo del día.
El gobierno sigue de cerca una huelga a la que se sumaron algunos de sus aliados, como Paulo Pereira da Silva, presidente de la central Força Sindical. El dirigente, que también es diputado de Solidariedade, partido de la base aliada de Temer, amenaza con pasar a la oposición si las reformas se aprueban sin modificaciones.
La Conferencia Nacional de Obispos (CNBB) se sumó a las críticas y llamó a movilizarse contra la reforma de las jubilaciones, que pretende alargar los periodos de contribuciones y la edad mínima del retiro para tener derecho a una pensión completa.
Los sindicatos intensificaron este año las contestación, con dos jornadas de protestas, el 15 y el 31 de marzo. AFP