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Entre 2013 y 2015, el país registró seis mil 513 incendios forestales que dañaron, en promedio, 31 hectáreas cada uno, y derivaron en una pérdida anual de 219 mil 96 hectáreas de bosques, pastizales y matorrales, expuso la experta María de Lourdes Villers Ruiz, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.
Mencionó que a nivel mundial, 30 por ciento de la superficie terrestre presenta alta frecuencia de estos siniestros, en los que median tres elementos: fuentes de calor (sol, rayos y actividad humana), oxígeno (dirección y velocidad del viento) y combustibles (troncos, árboles y pastos).
Los meses secos elevan las posibilidades de conflagraciones en el país, explicó la académica a partir de un reporte de 1993 a 2002 elaborado por ella misma, en el que consignó 204 percances durante los eneros de esos años; 750 en los febreros; mil 774 en los marzos; mil 644 en los abriles; 810 en los mayos, y 96 en los junios.
Al impartir la conferencia »Incendios forestales en México y su relación con parámetros meteorológicos», detalló que de 1993 a 2004, el entonces Distrito Federal, el Estado de México y Tlaxcala ocuparon los primeros sitios en cuanto a igniciones, afectaciones y promedio anual.
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Ello le permitió registrar 35 variables, efectuar mediciones de combustibles (troncos y pastizales), analizar mínimos y máximos de humedad con los que el material podría encenderse, y evaluar la estructura y composición vegetal.
También creó mapas de la región respecto de los comburentes y tomó en cuenta el tiempo atmosférico y umbrales para la presencia de incendios (ponderó humedad relativa, precipitación y temperatura).
Mediante trabajos de laboratorio y de campo, detectó la disponibilidad de materiales susceptibles de arder y en cuáles el fuego queda latente; además, consignó la humedad relativa y la de los combustibles en los meses más secos (febrero, marzo y abril).