Ji Seong-ho, un refugiado norcoreano que perdió una una mano y una pierna en un accidente y calificado por Donald Trump de ejemplo de libertad, aspira ahora a un escaño de diputado en Seúl para defender a los que, como él, huyeron de Corea del Norte.
Ji es discapacitado desde los años 1990, cuando Corea del Norte sufrió una grave hambruna. Entonces tenía 13 años e iba a robar carbón para ayudar a su familia cuando se cayó de un vagón de tren.
El adolescente se quedó en la vía y un tren le seccionó la mano izquierda y una pierna. Fue llevado de urgencia al hospital, donde le operaron sin morfina ni anestesia.
«Mi padre recibió una bolsa en la que había la mano y la pierna de su hijo» para que las enterraran, explica Ji en una entrevista a la AFP. «Fue así como recompensaron su lealtad con el partido».
Un cuarto de siglo más tarde se encuentra al otro lado de la Zona Desmilitarizada (DMZ) que divide la península coreana y aspira a un escaño por el Partido por un Futuro Unido (en la oposición, antes llamado Partido de la Libertad de Corea).
Las elecciones se celebran el miércoles, el mismo día que el Norte celebra el 108 aniversario del fundador del régimen, Kim Il Sung.
El padre de Ji fue un miembro leal del partido en el poder en el Norte desde hace más de 70 años.
Pero esto no impidió que a su hijo los guardias le dieran palizas porque decían que su discapacidad era «un vergüenza para el querido líder» Kim Jong Il, el hijo de Kim Il Sung y padre del actual dirigente, Kim Jong Un.
«Me quedé discapacitado por culpa de la administración pero nos imputaban la responsabilidad y nos torturaban», denuncia Ji, que huyó del Norte en 2006.
– Huida a nado –
Tras haber cruzado a nado con ayuda de su hermano el río Tumen, que marca la frontera con China, Ji empezó una odisea de 10.000 kilómetros que le llevó a Laos, Birmania y Tailandia, antes de llegar a Corea del sur, donde le pusieron dos prótesis.
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Hoy, con 38 años, dirige una organización de defensa de los Derechos Humanos que ayuda a medio millar de norcoreanos a llegar al Sur.
En su oficina se ve una foto en la que aparece junto a Donald Trump, que habló de su historia en el discurso del estado de la Unión en 2018.
«La historia de Seong-ho muestra el deseo ardiente de cada alma humana de vivir libre», dijo el presidente estadounidense.
Ji cree que los 33.000 norcoreanos que se refugiaron en el sur no reciben la consideración que merecen desde la elección del presidente de centroizquierda Moon Jae-in, con el que se reunió tres veces en el marco de su política de distensión.
«Toda la sociedad en Corea del Norte es una prisión», asegura. «¿Qué pasará el día de la reunificación? ¿Vamos a dar la mano a los dirigentes del régimen norcoreano?»,.
La presidencia de Moon no está en juego en las legislativas pero estos comicios están considerados en Corea del Sur como un referéndum sobre la acción del jefe del Estado.
Las personas que huyen del Norte tienen a veces dificultades para encontrar su lugar en una sociedad capitalista e individualista.
Por eso, según Ji, «permitir a los norcoreanos instalarse correctamente demostraría al Norte que la democracia del Sur tiene cosas buenas».
«Si no podemos acoger a los norcoreanos Kim se reirá de nosotros», asegura. AFP