A lo largo del último mes, miles de venezolanos se han dedicado a hacer largas colas en los establecimientos que expenden alimentos, situación que responde a múltiples causas.
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En muchos casos, no se trata precisamente de que exista una necesidad real, sino la consecuencia de una angustia colectiva que algunos analistas han descrito como una especie de neurosis, definida como una enfermedad de carácter social producida por un desequilibrio de la mente que se manifiesta en conductas repetitivas debido a la ansiedad y la angustia.
Para los expertos, las colas se han masificado como consecuencia de la difusión de mensajes basados en el rumor, el denominado bachaqueo y la incertidumbre con respecto al futuro.
El especialista en el área del comportamiento humano, Erick Rodríguez, atribuye el desabastecimiento al accionar de quienes participan en la cadena de comercialización porque conocen cuáles son las debilidades y han hecho de las filas un instrumento de guerra.
Sostiene que a través de las colas se evidencia una realidad que, de alguna manera, es producto de un conflicto prolongado de baja intensidad y acciones moduladas que generan en el individuo un estado de desasosiego, distorsionando la racionalidad y produciendo miedo y ansiedad.
Entre los tipos de neurosis están: la ristratimia, que es el preludio para que se pueda crear una situación violenta porque el consumidor compra por si acaso; la histérica, cuando se tiene la idea de que se producirá escasez, y la fóbica, sustentada en adquisiciones aparentemente necesarias para protegerse de los miedos.
Recomienda Rodríguez que los medios del Estado profundicen en la información, porque a partir del rumor se rompe el equilibrio afectivo.
La politización de las colas
Según la socióloga Maryclen Stelling, inicialmente las colas fueron un espacio para el compartir y una válvula para escapar de una realidad polarizada en una ciudad anárquica e individualista como es Caracas. Sin embargo, “algunos sectores apostaron al caos y el miedo colectivo politizándolas”.
Coincide con Rodríguez en la necesidad de diseñar una política comunicacional de Estado más cónsona con la realidad y no reactiva, donde se tomen en cuenta las causas y consecuencias de las medidas estructurales y coyunturales que implementa el Gobierno.
Dadas las fallas puntuales que existen en el mercado de productos como harina de maíz precocida, margarina y leche, entre otros, el Gobierno nacional ejecuta acciones para reducir las compras nerviosas, como son reuniones con representantes del sector productivo, organización por número de cédula en las redes de expendio del Estado y el incremento en la distribución.