A unas semanas de que la ciudad acoja el mayor evento deportivo del mundo, la campaña lanzada hace una década en Río de Janeiro para acabar con la violencia en sus cientos de favelas parece estar desmoronándose, según informó Associated Press.
Los asesinatos aumentaron de forma brusca en el primer semestre de 2016, justo cuando las autoridades querían aprovechar los Juegos Olímpicos, que se celebran entre el 5 y el 21 de agosto, para promocionar la ciudad como destino turístico. Se producen tiroteos a diario, incluso en favelas de Río donde los programas de vigilancia de la comunidad creados para pacificarlas habían mejorado la situación en los últimos años.
El número de personas muertas a manos de la policía, a la que muchos vecinos acusan de disparar primero y hacer preguntas después, se ha disparado en los últimos dos años tras caer de forma significativa en los seis anteriores. La policía, a su vez, se ve cada vez más atacada: 61 agentes han muerto en Río desde enero, la mayoría cuando no estaba de servicio.
«2016 ha sido un año muy malo. Hemos visto un aumento drástico en los homicidios, robos y otros crímenes», dijo Ignacio Cano, sociólogo en el Laboratorio de Estudios sobre Violencia de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. «Perdimos una gran oportunidad de transformar a la policía y desarrollar un nuevo modelo de seguridad pública».
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La abrumadora mayoría de las víctimas corresponde a jóvenes negros como Jhonata Dalber Mattos Alves, de 16 años, que murió baleado el 30 de junio -sus familiares dicen que por disparos de la policía- en una favela con un programa de vigilancia de la comunidad del que se ha hecho una gran promoción.
Los testigos dicen que el estudiante de secundaria murió cuando caminaba por un camino oscuro con bolsas de papel de palomitas de maíz que había comprado para la fiesta de su hermano de cuatro años en su escuela infantil.
«Quiero que paguen por lo que hicieron. Me arrancaron una parte de mí», dijo su madre, Janaina Mattos Alves, con la voz rota. «Están arrebatando vidas inocentes. Ése es mi temor».