La negativa de Donald Trump a seguir tratando con el embajador británico a raíz de la filtración de sus opiniones sobre el caótico mandato del presidente estadounidense plantea un interrogante: ¿podrá la «relación especial» entre ambos países sobrevivir a esta crisis?
La publicación por el diario británico The Mail on Sunday de los cables diplomáticos confidenciales del embajador Kim Darroch desató la ira de Trump en Twitter.
Darroch calificó al mandatario estadounidense de «inepto» y a su administración de «disfuncional».
«No trataremos más con él», tuiteó Trump como respuesta. Y aprovechó para celebrar como una «buena noticia» que la primera ministra Theresa May vaya a dejar el poder este mes, una vez que las bases del Partido Conservador hayan elegido a su sucesor.
Así que poco más de un mes después de la visita de Estado en que Reino Unido desplegó la alfombra roja para Trump, consciente de la importancia de Estados Unidos en el futuro comercial del país una vez que salga de la Unión Europea, la famosa «relación especial» entre los dos aliados transatlánticos se ve puesta a prueba.
Y lo hace en un momento muy delicado para el país, que eligiendo a un nuevo primer ministro decide también indirectamente qué rumbo dar al caótico proceso de Brexit.
– ¿Quién está tras la filtración? –
Londres lanzó la investigación sobre quién es el responsable de esta comprometida filtración y por qué lo hizo.
La mayoría de teorías señalan el complejo contexto político en la carrera para suceder a May en las riendas del partido y del gobierno entre Boris Johnson y el ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt.
Una de ellas afirma que la filtración no estaba dirigida contra Darroch sino contra quien parece que debe reemplazarlo en enero, un proeuropeo que desagrada a los más acérrimos defensores del Brexit.
Sin embargo, la información dañó sobre todo la relación entre los dos gobiernos y se hablado largo y tendido de lo mucho que tiene que ganar de esta situación alguien como el presidente ruso Vladimir Putin.
«Por supuesto sería tremendamente preocupante si se tratase de la acción de un Estado extranjero y hostil», dijo Hunt al diario The Sun.
– ¿Puede quedarse el embajador? –
Políticos británicos de todo el espectro dieron su apoyo al embajador y rechazaron la idea de que Trump pueda simplemente expulsar a su representante de Washington.
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Que Darroch pueda seguir haciendo su trabajo dependerá de lo qué signifiquen exactamente los tuits de Trump: de momento, el lunes su nombre fue borrado de la lista de invitados a una cena en la Casa Blanca.
Pero el diplomático debe verse más preocupado por la posibilidad de conservar sus contactos y hablar con personas cercanas a Trump.
Si la amenaza del presidente se traduce en que nadie entre el personal de la Casa Blanca comunique con él, «eso sería mucho más grave», explicó a la radio BBC el exembajador británico en Washington Christopher Meyers.
– ¿Qué ocurre ahora? –
El escándalo pone bajo presión a Johnson, al que todo designa como futuro sucesor de May, para que se pliegue a los deseos de Trump o mantenga firme el apoyo al representante británico.
«Si Boris Johnson retira rápidamente a Darroch del puesto sería interpretado como una rendición humillante ante un poder extranjero avasallador», escribió la publicación estadounidense Politico.
«Pero decir alto y claro su apoyo al embajador puede dañar desde el principio las relaciones con Trump», quien durante su visita en junio había alabado a Johnson como muy probable próximo primer ministro.
– ¿Qué pasa con la «relación especial»? –
Esta expresión, y el concepto que encierra, es más popular en el Reino Unido que en Estados Unidos, un superpoder que también tiene lazos especiales con países como Israel o Canadá.
Pero Londres constituye para Washington un aliado vital y fiable en Europa que se estuvo a su lado durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
Los dos países comparten informaciones vitales de sus servicios de inteligencia además de mantener una estrecha relación comercial.
«La relación con Washington se basa en intereses comunes fuertes y profundos», afirma Ricketts.
Y «eso no cambia por la filtración», considera. AFP