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Esperando lo mejor, temiendo lo peor. Los líderes de la Unión Europea (UE) y de la OTAN se preparan para su primer encuentro el jueves con el presidente estadounidense, a la expectativa, como apuntan los analistas, de ver qué Donald Trump aparecerá.
«Todo el mundo se pregunta todavía cuál es la política de Trump sobre la OTAN y la UE», resume Markus Kaim, investigador del instituto alemán de política exterior SWP.
Antes de asumir el cargo, el presidente de Estados Unidos calificó la Alianza Atlántica de «obsoleta», para desdecirse meses después cuando apuntó que ya «no lo era», tras reunirse en abril con el secretario general del organismo, Jens Stoltenberg.
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Pese a este cambio, la incertidumbre generada tras su elección no disminuyó y en Bruselas, donde tienen su sede tanto las instituciones de la UE como la OTAN, las reuniones se centran en conseguir una visita sin contratiempos.
El objetivo es hacer que «sea corta, dinámica y positiva, y evitar comentarios que necesiten meses para desinflarse», explica Tomas Valasek, director del centro de reflexión Carnegie Europe.
Para evitar problemas, no se prevé ninguna declaración conjunta al término de la cumbre de la OTAN, ante el temor de algunos diplomáticos de que Trump quiera cambiar todo en el último minuto rompiendo el tradicional consenso.
Mismo ambiente en la UE. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y del ejecutivo comunitario, Jean-Claude Juncker, no prevén hablar a la prensa tras reunirse con Trump durante la mañana.
Tampoco está prevista por el momento ninguna rueda de prensa del inquilino de la Casa Blanca, que afronta un importante escándalo político en su país por sus vínculos con Rusia tras despedir al director del FBI, James Comey.
– Palabra de Trump, a examen –
A pesar de las precauciones, el encuentro con los líderes de la UE cuenta con más posibilidades de que «las cosas vayan mal», apunta Valasek, para quien ningún presidente estadounidense había sido «tan abiertamente opuesto a la UE».
Las divergencias a ambos lados del Atlántico en temas como los acuerdos de libre comercio o la lucha contra el cambio climático son profundas.
Antes de su elección, Trump había calificado además a Bruselas de «antro» y augurado que otros países seguirán los pasos de Reino Unido tras el Brexit, antes de felicitar meses después a la UE por lograr mantener su unidad.
«En general, las señales desde la toma de posesión de Trump han sido más positivas, por lo que las expectativas son elevadas, pero los aliados examinarán con lupa cada una de sus palabras», dijo un diplomático europeo que pidió el anonimato.
Aunque su aparente cercanía a Rusia, que preocupa sobre todo a los países de Europa del Este, y el cuestionamiento de Washington al principio de ayudar a un socio de la OTAN en caso de ataque, causaron preocupación en la Alianza, el camino hacia una exitosa cumbre parece más allanado.
El secretario estadounidense de Defensa, James Mattis, y el vicepresidente, Mike Pence, reafirmaron meses antes la «fuerza» del vínculo transatlántico, si bien advirtieron de que los países europeos de la OTAN debían aumentar su gasto militar hasta el 2% de su PIB.
Para Kaim, «varios Gobiernos europeos comprendieron el mensaje de que el liderazgo estadounidense en Europa ya no se da por hecho», pero, en la práctica, «Estados Unidos no indicó que vaya a retirarse o reducir su compromiso militar en Europa central y oriental, ni que vaya a retirar de Europa su paraguas nuclear».
– «Mejor resultado posible» –
El «mejor resultado posible» en la reunión de la OTAN es que «sigue sin ser obsoleta, sino grande, hermosa e importante», apunta el investigador de Carnegie Europe, aunque también advierte de la posibilidad de que se diga algo que «alimente las dudas sobre el compromiso de Estados Unidos con la Alianza».
Las prioridades de Estados Unidos para la OTAN son claras: un aumento del gasto militar y que la Alianza se involucre en la lucha antiterrorista, sumándose a la coalición internacional contra la organización yihadista Estado Islámico (EI) en Siria e Irak.
Ambos puntos figurarán en la agenda de una cumbre hecha a medida de Donald Trump, que tendrá lugar días después que 22 personas perdieran la vida en Mánchester en un nuevo atentado perpetrado en Europa.
«El estilo cuenta y los aliados esperan que esta breve visita reforzará el vínculo transatlántico en lugar de erosionarlo», apunta Ian Lesser, analista del German Marshall Fund, quien alerta no obstante del «riesgo que la visita descarrile» a causa del imprevisible Trump. AFP