En las elecciones nacionales del domingo, donde los votantes brasileños le dieron una estrecha victoria a Luiz Inácio Lula da Silva, avisan una profunda división del pueblo, porque un amplio porcentaje no reconoce la victoria del izquierdista.
El ex líder sindical obtuvo el 50,9% frente al 49,1% de Jair Bolsonaro, el titular derechista, que logró llevar a los brasileños la certeza de una democracia que para muchos, ahora estaría en riesgo.
El resultado debería marcar el final de un año electoral doloroso y profundamente polarizado. En cambio, sumerge a este país de 200 millones de habitantes en una tensa espera para ver cómo responde Bolsonaro. El Presidente, ex capitán del Ejército, viene indicando desde hace un año que no aceptaría la derrota en estas elecciones.
Su campaña ha afirmado repetidamente, que el sistema de votación electrónica de Brasil es vulnerable al fraude, en un eco hoy comprobado, de la retórica del ex presidente estadounidense Donald Trump en el período previo a las elecciones de 2020.
Después del resultado, algunos partidarios de Bolsonaro comenzaron a denunciar la victoria de Lula como fraudulenta y a pedir una intervención militar.