Los legisladores de Carolina de Sur dieron el primer paso el martes para retirar la bandera confederada de su Capitolio, mientras manifestantes en el exterior exigían que ésta sea quitada de allí en respuesta a los recientes asesinatos con móviles racistas de nueve personas dentro de una histórica iglesia afroamericana.
El presidente de la Cámara de Representantes de Carolina de Sur, Jay Lucas, describió los homicidios como un «terrorífico acto de violencia que estrujó el mismo núcleo de cada habitante de Carolina del Sur».
La medida, que permitiría que los legisladores debatieran el retiro de la bandera más adelante en este verano, necesitaba una aprobación de dos terceras partes. Fue aprobada en la cámara baja por 103-10.
Posteriormente el Senado la aprobó en una votación oral.
El primer senador en pedir mover la bandera a un museo es hijo del político más poderoso de Carolina del Sur en el siglo pasado, Strom Thurmond, senador y firme partidario de la segregación racial.
El senador estatal Paul Thurmond, un republicano de Charleston, dijo que ama a sus ancestros, pero que apoya que la bandera sea colocada en un museo. Dijo no estar orgulloso de una herencia que incluye tener esclavizada a la gente, e indicó que quiere enviar un mensaje a cualquiera que pudiera desplegar la bandera con orgullo antes de cometer delitos racistas.
«Puedo responder con amor, unidad y amabilidad», dijo Thurmond, «y quizá mostrarle a otros que las motivaciones para un ataque futuro no serán toleradas, no resultarán en una guerra racial, no nos dividirán, sino que fortalecerán nuestra determinación de unirnos».
El inesperado llamado de la gobernadora Nikki Haley para que la bandera se quitara también hizo eco en el sur del país, ya que un número de políticos se pronunciaron contra el estandarte rebelde.
Su decisión, motivada por la masacre de la iglesia Metodista Episcopal Africana Emanuel en Charleston, desgastó repentinamente la postura que muchos legisladores sureños han mantenido a lo largo de sus carreras: que el debatir el estatus de la bandera confederada generaría demasiada división racial hoy en día.
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«El homicida lleno de odio que masacró a nuestros hermanos y hermanas en Charleston tiene una visión retorcida y enferma de la bandera. Para nada representa a la gente en nuestro estado que la respetan, y en muchas formas, la veneran», dijo el lunes Haley.
Pero dijo que para muchos otros es «un símbolo muy ofensivo y de un pasado brutalmente opresivo», y alegó que quitarla ayudaría a Carolina del Sur a unirse y sanar.
Larry Martin, presidente judicial del Senado, dijo que debatir el tema mientras se llevan a cabo los servicios fúnebres sería impráctico e irrespetuoso. Pero Najee Washington, nieta de la víctima Ethel Lance, dijo que una acción inmediata significaría mucho para su familia.
«Es parte de un pasado que no necesitamos recordar todos los días», dijo Washington, de 23 años.
Cientos se reunieron afuera del Capitolio en la mañana del martes mientras coreaban «¡quítenla, quítenla!», junto al monumento confederado donde la bandera rebelde ondea hasta arriba de su asta, mientras que las banderas de Estados Unidos y el estado están a media asta.
«Esta bandera es una herencia. Si la bajan no se eliminará el racismo. La bandera no jaló el gatillo. La bandera no mató a nadie. Fue una persona quien lo hizo», dijo Mark Garman de 56 años, de Eastover, uno de un puñado de defensores de la bandera en la multitud de cientos.
Las grandes empresas también tomaron acción: Wal-Mart, eBay y Sears Holding Corp. anunciaron que ya no venderían mercancía que muestre la bandera confederada, a la que e-Bay llamó «un símbolo contemporáneo de división y racismo».
Durante años, legisladores de Carolina del Sur buscaron protección en una solución negociada bipartidista y decían que renovar el debate reviviría divisiones dolorosas e innecesarias. A nivel nacional, los políticos dijeron que la decisión le corresponde al estado.