El trato cordial que el presidente Mauricio Macri recibió de la oposición en el primer año de su gestión en Argentina se volverá hostil con la carrera por las elecciones legislativas del 2017, que podría trabar sus iniciativas en el Congreso.
Sin mayoría parlamentaria propia, la gestión del liberal Macri necesita de la oposición para aprobar algunos proyectos como la reforma del mercado de capitales, que buscan atraer las inversiones que necesita el país para reactivar su economía.
Pero el revés que un importante proyecto del oficialismo sufrió este mes y el esfuerzo que está haciendo en el Congreso por aprobar otro muestran que se está diluyendo el apoyo brindado este año por sectores de la oposición para facilitar la gobernabilidad, lo que permitió solucionar un viejo conflicto de deuda impaga y aprobar otras normas.
«El año que viene, como es un año electoral, los sectores de la oposición que especularon con que no había elecciones van a especular con que hay elecciones. Eso los ubicará en un lugar de oposición», dijo a Reuters el diputado peronista Héctor Recalde, uno de los más fervientes opositores a Macri.
El heterogéneo peronismo y el Frente Renovador, del peronista disidente Sergio Massa, son los principales rivales de Macri en el Congreso y con quienes competirá por más bancas en las dos cámaras en octubre del 2017.
«Cada uno va a tener que empezar a diferenciarse (del oficialismo). Dieron gobernabilidad, pero ahora vienen las elecciones», dijo sobre los legisladores opositores Mariel Fornoni, de la consultora Management & Fit.
La puja es seguida muy de cerca por los inversores extranjeros, que esperan que Macri siga adelante con la apertura de la economía iniciada en diciembre pasado tras 12 años de gestión de la centroizquierda peronista.
Una fuente del oficialismo en el Congreso admitió que la situación genera preocupación.
«Va a ser muy distinto a este año (…) Es muy factible que Massa intente manejar la agenda de temas para el año que viene», señaló la fuente.
Gane quien gane, ningún experto espera cambios de peso en el Congreso tras los comicios, lo que seguiría dejando a la coalición oficialista Cambiemos sin mayoría absoluta en ninguna de las dos cámaras parlamentarias.
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«Para obtener leyes el Gobierno va a tener que seguir negociando. Con una muy buena elección de Cambiemos, que no se espera como tampoco una derrota estruendosa, igual va a tener que seguir negociando con los diputados que va a tener», explicó el analista político Ricardo Rouvier.
Las principales fuerzas opositoras comenzaron a calentar motores hace semanas, cuando rechazaron en el Congreso un proyecto oficialista de reforma política. Una modificación importante a un impuesto que grava los salarios está actualmente en medio del fuego cruzado y recién sería aprobado el jueves tras arduas negociaciones.
Los candidatos que no estén en una función ejecutiva el año próximo seguramente usarán el papel estelar que brinda el Congreso para promocionarse, explicó un portavoz del Frente Renovador.
Durante la gestión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), «el Congreso funcionaba como una escribanía (solo aprobaba lo que pedía el Gobierno). Ahora la oposición puede presentar proyectos que salen», aclaró.
Los seguidores de la peronista de centroizquierda, que aún no definió si será o no candidata, ya adelantaron que mantendrán su dureza.
«Este es un Gobierno para ricos. Nosotros vamos a trabajar en buscar coincidencias sin abandonar convicciones», dijo el diputado Recalde.
En medio de la recesión, la alta inflación, el aumento de la pobreza y las amenazas de huelgas de poderosos sindicatos, el Gobierno tiene una capacidad de acción restringida y apuesta a que las cosas no empeoren en los próximos meses para llegar con aire a las elecciones.
«Va a ser un año para atajar penales. Porque si no podés convertir los goles, que al menos no te los conviertan», dijo la fuente oficialista. Reuters