Los manifestantes de Líbano, cada vez más organizados, cortaron de nuevo este lunes varias carreteras del país, un día después de una jornada de movilización masiva contra el gobierno y la clase política.
Líbano vive desde el 17 de octubre un movimiento con miles de manifestantes, que han tomado las calles y plazas para denunciar la pésima situación económica del país, así como la corrupción y la incompetencia de los políticos.
En los últimos días los manifestantes han bloqueado numerosas carreteras, usando contenedores o aparcando sus coches para interrumpir la circulación.
En Beirut lograron cerrar el puente «Ring», situado en un cruce del centro de la ciudad, cerca de la Plaza de los Mártires, y se concentraron cerca del Banco Central, indicaron periodistas de la AFP en el lugar.
La autopista que conecta el altiplano de Bekaa (este) con el sur del país también quedó cortada, igual que la que une Beirut al norte, indicó la agencia ANI.
«Cortamos las carreteras para presionar al poder (…)» asegura Steven, un manifestante de 34 años, movilizado en el «Ring».
«Nadie nos escucha», prosigue el hombre, desempleado desde hace dos años y que trabajaba antes en el sector inmobiliario.
– «Sangre nueva» –
Las protestas llevaron el pasado martes a la dimisión del primer ministro Saad Hariri y de su gobierno, que sin embargo sigue en funciones.
Entre sus demandas, los manifestantes reclaman la formación de un gobierno de tecnócratas.
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«Se necesita sangre nueva», según este hombre de 25 años, que tiene un máster en finanzas, pero está desempleado.
El presidente Michel Aoun pidió el jueves crear un gobierno de ministro elegidos por sus «competencias» y no por su «filiación política».
El domingo, decenas de miles de personas participaron en manifestaciones en todo el país y pidieron la dimisión del presidente. Un poco antes varios miles de partidarios de Aoun le habían mostrado su apoyo en Beirut.
Pero, entretanto, se sigue a la espera de un nuevo gobierno. El lunes, el diario francófono l’Orient-Le Jour informó que no se ha fijado ninguna fecha para el inicio de las consultas parlamentarias, obligatorias para designar a un primer ministro.
– Clanes y viejos partidos –
Los movilizados rechazan categóricamente el sistema político tradicional, dominado desde hace décadas por los mismos partidos y los mismos clanes familiares, que pretenden representar a las diferentes comunidades religiosas del país.
El sistema, que fue redefinido a fines de la guerra civil (1975-90), impone un frágil equilibrio entre las diferentes comunidades, lo que propicia interminables negociaciones antes de la formación de cada gobierno, o antes de la toma de decisiones políticas sobre el futuro del país.
Los libaneses también están exasperados por la falta de servicios públicos mínimamente dignos, con las graves penurias de agua y electricidad, y con la arcaica gestión de las basuras.
En Líbano, más de un cuarto de la población vivía bajo el umbral de la pobreza en 2012, según el Banco Mundial (BM). AFP