La primera ministra británica, la conservadora Theresa May, afronta este jueves sus primeras grandes elecciones, unas locales que son aperitivo de las parlamentarias del 8 de junio, marcadas por sus acusaciones de injerencia a la Unión Europea.
Los centros electorales abrieron a las 07H00 (06H00 GMT) y cerrarán a las 22H00 (21H00 GMT). Los resultados se conocerán a partir del viernes.
Por primera vez en la historia, las elecciones locales transcurren en plena campaña de unas generales, las del 8 de junio, y permitirán medir si la popularidad de May sigue intacta tras los primeros combates cuerpo a cuerpo con Bruselas.
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May fue elegida por su partido en julio de 2016 en sustitución del dimitido David Cameron, y como líder y jefa de gobierno no ha vivido más que unas pocas elecciones parciales aquí y allá, pero nada de la envergadura de unas elecciones locales o las parlamentarias de junio.
En total, este jueves se ponen en juego casi 5.000 escaños en concejos de Inglaterra, Escocia y Gales, y varias alcaldías, entre ellas las de Mánchester y Liverpool, que por primera vez en la historia eligen a su primera autoridad municipal, como parte de un proceso de descentralización que arrancó en el 2000.
A nivel nacional, los sondeos de opinión muestran a los laboristas de Jeremy Corbyn 20 puntos por detrás de los conservadores de May, y la incógnita es ver cómo se traducirá esa superioridad en la pelea por concejales y alcaldes.
John Hess, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Nottingham, cree que el laborismo tendrá motivos de preocupación de cara al 8 de junio si baja su porcentaje nacional del voto.
«May se está concentrando en los feudos laboristas», explicó a la AFP.
– May pide al país cerrar filas –
La coincidencia de ambos comicios ha alterado la naturaleza de los locales, en los que, por lo general, se castiga al gobierno nacional de turno.
Así, el anterior primer ministro, el conservador David Cameron, perdió casi 500 concejales al poco de ganar las elecciones legislativas de 2012.
En un contexto impregnado por un Brexit cada vez más tenso, los conservadores buscan alinear a los británicos tras la primera ministra y desprestigiar a un impopular Corbyn, mientras que los laboristas tratarán de centrar la lucha en asuntos locales.
En una comparecencia el miércoles ante Downing Street con ocasión de la disolución del Parlamento, May lanzó una retahíla de acusaciones contra la UE, denunciando que «políticos y funcionarios europeos han proferido amenazas al Reino Unido» de manera deliberada «para incidir en los resultados de las elecciones del 8 de junio».
El presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, rechazó las acusaciones. «Nadie quiere influir en la campaña electoral británica», dijo en rueda de prensa en Bruselas Tajani, para quien «no es un ataque» decir que «ser miembro de la UE no es lo mismo que estar fuera de la UE». «Sólo hemos dicho que íbamos a defender nuestros intereses», añadió.
Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, advirtió este jueves de que las negociaciones del Brexit podrían convertirse en «imposibles» si las partes discuten demasiado.
«La apuesta es muy alta para dejarnos desbordar por nuestras emociones, porque es la vida cotidiana y los intereses de millones de personas, a ambos lados de la Mancha, lo que está en juego», declaró durante una rueda de prensa en Bruselas.
Mike Quigley, candidato conservador al concejo del condado de Nottinghamshire, en el centro de Inglaterra, constató, en declaraciones a la AFP, que «normalmente, las elecciones locales se giran contra el gobierno, pero el sentimiento a pie de calle es que este no es un año normal».
Lo confirmó Eddie Hardy, un jubilado de 73 años que acababa de votar en Birmingham y dijo a la AFP: «Toda mi vida he votado a los laboristas y por primera vez he votado a los conservadores».
En Escocia, políticamente dominada por el secesionista Partido Nacional Escocés (SNP), la lucha tendrá como tema de fondo la pretensión de celebrar un nuevo referéndum de independencia.
La joya de las elecciones en la región del norte será Glasgow, cuyo concejo lleva casi 40 años en manos de los laboristas y ha resistido hasta ahora el empuje nacionalista. AFP