Miles de personas marcharon este sábado en las principales capitales de Brasil pidiendo la legalización de la marihuana para fines medicinales, recreativos y para acabar con «la guerra contra las drogas».
«Si legalizaran la marihuana, habría una caída inmensa del tráfico de drogas», dijo a la AFP David Nascimento, un joven de 22 años que marchó junto a unas 2.000 personas en el acomodado barrio de Ipanema, en la zona sur de Rio de Janeiro.
«La marihuana es lo que lleva a los jóvenes a entrar en el mundo del tráfico, porque van a tener que comprar, ir hasta el traficante, conversar con él y darle el dinero que luego es invertido en armas», lamentó Nascimento, que trabaja con proyectos sociales para niños en las favelas de Rio.
Otra de las reivindicaciones fue la legalización del autocultivo para tratar enfermedades raras.
«Mi hija hace uso medicinal de la marihuana hace tres años», aseguró Margarete Brito, de 44 años, la primera brasileña que obtuvo permiso para plantar en casa y tratar así las crisis de epilepsia que sufre su hija Sofía, de 8 años.
«Falta un camino muy largo para conseguir que otros pacientes sean autorizados a plantar para hacer su proprio remedio. Hay varias familias que todavía viven en la ilegalidad, que plantan y hacen su propio remedio», relató.
En Sao Paulo, unas 10.000 personas participaron de la movilización, que transcurrió en un ambiente tranquilo, según constató un fotógrafo de la AFP.
Al son de tambores y con pancartas que rezaban «paz» y «la marihuana es medicina», otro grupo marchó hacia el Congreso Nacional en Brasilia, custodiado por un fuerte operativo policial.
Según las autoridades, 500 personas participaron de la marcha en la capital del país.
En Brasil, la ley establece que, a diferencia de los traficantes, los usuarios de drogas no pueden ser detenidos, sino que están sujetos a otras medidas, como una simple advertencia o servicios a la comunidad.
Pero la legislación no determina a partir de qué cantidad el usuario pasa a ser considerado traficante, lo que deja la decisión en manos del juez de cada caso.
Ni el Parlamento ni el gobierno han mostrado señales de querer cambiar la política antidrogas, basada en la represión.
La Corte Suprema de Brasil inició en 2015 un proceso para decidir si autoriza o no el consumo personal de marihuana, juzgando un caso particular que puede tener repercusión general.
Tres de los once jueces del tribunal votaron a favor de la despenalización, pero el proceso fue interrumpido por uno de los magistrados, que pidió más tiempo para analizar el caso.
Luis Roberto Barroso, uno de los jueces del máximo tribunal que defiende la legalización, critica que la ley vigente abre la puerta a la discriminación.
«Si se trata de un rubio, se lo considera usuario. Si es negro, es un traficante», criticó Barroso en seminario reciente. AFP
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