La difusión de códigos islámicos en marcas de ropa femenina despierta reticencias en la capital de la moda donde comienzan a elevarse voces en contra de una tendencia reñida con la visión occidental de la mujer.
Dolce & Gabbana, tradicionalmente inspirada en la sensualidad de la mujer italiana, fue la primer gran marca occidental que este año decidió atacar el lucrativo mercado musulmán -estimado en 260 mil millones de dólares anuales– con una colección en la que abundan velos y túnicas hasta los tobillos.
El gigante sueco H&M de difusión masiva le siguió los pasos recurriendo a mujeres musulmanas veladas para la campaña publicitaria de «modest fashion» (moda modesta), apelación eufemística que designa a esta tendencia compatible con el rigor islámico.
También en el rubro de ropa accesible a todos los bolsillos, la marca japonesa Uniqlo anunció este mes que comenzará a vender en breve modelos con velo en sus tiendas de Londres, donde la muy británica Marks & Spencer lanzó en sus páginas de venta online el «burkini», que este verano cubrirá casi íntegramente el cuerpo femenino en las playas: sólo quedarán al desnudo rostro, manos y pies.
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Zara, Mango, Oscar de la Renta y Tommy Hilfiger ya habían hecho coincidir oportunamente el año pasado modelos recatados con el mes de Ramadán.
Sin embargo, mientras que la industria del sector anticipa que la «iFashion» (moda islámica) alcanzará 500 mil millones de dólares en 2019, en París comienzan a elevarse voces contra la tendencia.
La ministra francesa del Derecho de la Mujer, Laurence Rossignol, calificó este miércoles de «irresponsables» a las marcas que siguen ese camino.
«No puede admitirse como banal o anodino que estas grandes marcas inviertan en ese mercado», dijo la responsable socialista al canal RMC.
Según Rossignol, al hacerlo «retroceden ante su responsabilidad social y de alguna forma promocionan el encierro del cuerpo de la mujer».
Además –deploró– el fenómeno «se acompaña en muchos barrios de comportamientos en la vía pública. Por ejemplo, se ve cada vez menos mujeres afuera en la calle, en los cafés. Se ve cada vez menos a mujeres viviendo libremente».
Y en la capital de la moda también comienzan a elevarse voces de alarma procedentes de la propia industria.
«¡Renuncien al dinero, tengan convicciones!», dijo el empresario Pierre Bergé, ex pareja del legendario Yves Saint-Laurent fallecido en 2008, en un llamado «escandalizado» al sector de la moda.
«Los creadores de moda no tienen nada que hacer en el terreno de la moda islámica», aseguró el presidente de la Fundación Bergé/Saint Laurent.
«Siempre pensé que un creador de moda está para hacer más bellas a las mujeres, para darles libertad, no para hacerse cómplice de esta dictadura que impone esa cosa abominable que consiste en ocultar a las mujeres, que las obliga a vivir a escondidas».
Según Bergé, «las mujeres tienen derecho a usar velo, pero no sé porqué nos dirigimos hacia esa religión, sus hábitos y costumbres totalmente incompatibles con los nuestros occidentales de libertad».