Los vacilantes esfuerzos del líder de la oposición venezolana, Juan Guaidó, para sacar del poder al presidente Nicolás Maduro se enfrentan a un nuevo desafío en la forma de un escándalo de tráfico de influencias que ha dejado a los venezolanos desilusionados, preguntándose si el momento de Guaidó ha pasado.
Guaidó dijo el domingo que el Congreso, controlado por la oposición, investigará presuntas irregularidades dentro de sus filas luego de que el sitio web Armando.info informó que nueve legisladores opositores habían abogado por un hombre de negocios vinculado al gobierno de Maduro.
Según una docena de venezolanos entrevistados por Reuters en varias partes del país, el escándalo es otro golpe a la reputación de Guaidó y a sus esperanzas de ver el fin del gobierno de Maduro, considerado por sus críticos como corresponsable de la crisis económica en el país petrolero y jefe de un estado autoritario.
Para Mario Silva, un ingeniero que esperaba en una parada de autobús en la empobrecida ciudad occidental de Maracaibo, es hora de seguir adelante.
“Guaidó perdió su momento”, dijo el hombre de 60 años.
Cuando Guaidó se proclamó presidente interino en enero, en un audaz desafío a Maduro, Silva se unió a millones de venezolanos para celebrar la llegada de un rostro fresco a la política, que había unido a una oposición fracturada y no estaba contaminado por escándalos anteriores.
Silva había respaldado la “revolución socialista” dirigida por el fallecido Hugo Chávez y durante un tiempo apoyó a su sucesor, Maduro, hasta que dijo que el aumento de la pobreza y la corrupción generalizada de Venezuela se hicieron demasiado evidentes.
“Lo ví como una salvación para el país, pero él al igual que Chávez me decepcionaron” dijo Silva.
Guaidó ha sido reconocido por más de 50 países como el líder legítimo de Venezuela. Pero, a pesar de las crecientes sanciones estadounidenses, Maduro ha conservado el apoyo de los militares y el control del aparato estatal.
El dirigente tuvo problemas en noviembre para iniciar una nueva ola de protestas callejeras. La participación fue una fracción de las multitudes que atrajo a principios de este año.
Su retroceso en sondeos de popularidad ha provocado que algunos de sus colegas comiencen a librar una nueva batalla por el liderazgo opositor, pero la mayoría aún no ha comenzado a criticarlo públicamente, según entrevistas con analistas y políticos.
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Emilio Graterón, coordinador nacional de Voluntad Popular, el partido de Guaidó, dijo que el presidente del Parlamento sigue siendo el “líder indiscutible” de la oposición, pero admitió que el escándalo marcó “una ruptura”.
SOSPECHOSOS DE PAGOS ILEGALES
Armando.info, que se centra en investigaciones sobre Venezuela, publicó el domingo que los nueve legisladores habían escrito cartas de apoyo a favor del ciudadano colombiano, Carlos Lizcano, a quienes las autoridades investigan por sus posibles lazos con Alex Saab, otro colombiano que es sujeto de sanciones estadounidenses.
Sin embargo, según el medio de comunicación, los legisladores escribieron las cartas a pesar de estar al tanto de las pruebas que vinculaban a Lizcano con Saab, quien ha sido acusado de corrupción asociada con el programa de distribución de alimentos subsidiados respaldado por el gobierno de Maduro.
Guaidó dijo el domingo que sospechaba que los legisladores recibían pagos ilícitos a cambio de escribir las cartas, y que era “inaceptable utilizar una institución del Estado para tratar de lavar la cara a corruptos”.
No fue inmediatamente evidente si los legisladores violaron la ley. Los partidos de oposición involucrados emitieron declaraciones lamentando la presunta corrupción y prometiendo amplias investigaciones a los congresistas. Lizcano y Saab no han hecho comentarios.
Graterón dijo que el escándalo afecto a un “grupo pequeñísimo” de congresistas “moralmente débiles” y que no se podía comparar con la vasta corrupción denunciada contra el gobierno de Maduro.
Maduro, que describe a Guaidó como un títere de Estados Unidos y sistemáticamente niega las acusaciones de corrupción en su administración, ha celebrado con cautela el escándalo.
Mientras tanto, el control de Maduro parece estar fortaleciéndose. Según la firma encuestadora local Datanálisis, el apoyo a Guaidó había descendido desde un 61% en febrero a 42% en noviembre, antes de que estallara la noticia del escándalo.
“No podemos ser lo que adversamos. No podemos denunciar a un régimen corrupto y ponernos de lado de otros corruptos”, dijo Rubén Iriarte, un empresario de 49 años en Ciudad Guayana, al sur del país. Reuters