En esta ciudad fronteriza crece el fenómeno de los niños usados por el crimen y de menores que han caído abatidos en el fuego cruzado de los cárteles del narcotráfico, aseveró Víctor Clark Alfaro, director del Centro Binacional de Derechos Humanos.
Precisó que algunos estudios revelan que 50 por ciento de los menores cooptados por el crimen organizado son niños en situación de calle y que 62 por ciento de ellos se dedicaba a la economía informal.
«En ese mismo documento se dice que se les paga entre mil y tres mil dólares. La misma Cámara de Diputados publicó otro documento sobre el tema y ahí se habla de una creciente participación de niños sicarios. Se habla de piratería, extorsión, asesinatos y una creciente participación de menores en el crimen organizado”, advirtió.
El documento de referencia fue elaborado por la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados, precisó Clark Alfaro, y en él se asienta la cada vez mayor participación de los menores de edad en tareas de trasiego de drogas, labores de vigilancia y, ahora, asesinatos, según publica el sitio web excelsior.com.mx.
El experto lamentó que los menores sean carne de cañón del crimen organizado para el que “son mano de obra barata por la misma narcocultura que existe en ciudades como Tijuana. Esos menores perciben al crimen organizado y a sus líderes como un modelo a seguir y eso alienta su participación.
«Volviendo al dato de que 50 por ciento de ellos no tiene vinculación familiar, eso nos habla de que provienen de familias desarticuladas o de que ya no hay una integración, que hay descuido en su atención, lo cual es muy grave, porque hablamos de una nueva generación perdida”.
Para Clark Alfaro la explicación del fenómeno es clara: mientras que un adulto podría enfrentar penas de hasta 50 años por un crimen, aprovechan el vacío legal con los menores .
Lamentó la disolución del tejido integral en el país, que en la frontera se magnifica porque las familias que residen son nucleares o con escasos lazos con su lugar de origen.
Fractura familiar
Clark Alfaro ejemplificó la ruptura familiar con dos ejemplos. Uno se dio a conocer con la reciente captura de uno de los hombres más buscados de Tijuana por el homicidio de dos menores ocurrido en 2008.
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Los menores eran hijos de Carmen Cristina Urías Camarena, quien también fue detenida por omisión de cuidado.
De acuerdo con su declaración, Marcelo Pizarro agredió a los menores cuando se encontraba bajo el efecto de las drogas sin que la madre de los menores interviniera.
En otro caso, fue detenida la madre de un niño de tres años, quien fue atado y amordazado por ella.
Consuelo Luna Pineda, procuradora para la Defensa de los Menores y la Familia de DIF de Baja California, dijo que la madre asistirá a una valoración psicológica y socio-económica para seguir con el plan social y se pueda definir la situación del bebé para que vuelva a ser integrado a su seno familiar.
Despiadado
Un caso muy sonado fue el de Édgar Jiménez Lugo, El Ponchis, quien nació en San Diego, Estados Unidos, y a los cinco años fue abandonado por sus padres, quedando al cuidado de su abuela, quien falleció cuando él tenía 11 años.
Fue reclutado por Jesús El Negro Radilla y pronto se convirtió en el sicario más sanguinario del Cártel del Pacífico Sur, sin miramiento mutilaba a sus víctimas. A los 14 años fue sentenciado por el asesinato de cuatro jóvenes a los que colgó de un puente.
El Ponchis fue detenido el 2 de diciembre de 2010 en el aeropuerto de Cuernavaca, ubicado en Xochitepec, junto con sus hermanas, cuando pretendía viajar a Estados Unidos debido a que en México era buscado por la justicia.
En México hay alrededor de cinco mil menores presos por la comisión de delitos graves, de los cuales 22 por ciento es homicidio.