Horas después que Corea del Norte ordenó a su ejército ocupar un parque industrial administrado juntamente con Seúl, los 280 trabajadores surcoreanos abandonaron las instalaciones, informó la agencia noticiosa Yonhap.
Algunos trabajadores cubrieron sus rostros con máscaras para evitar a los periodistas en el cruce fronterizo al salir del parque industrial Kaesong, informa AP.
El parque industrial era el último símbolo importante de cooperación con Corea del Sur. El gobierno afirmó que la decisión de Seúl de suspender su actividad en el complejo, gestionado por ambos países, era una ‘peligrosa declaración de guerra’.
Corea del Norte decidió además cerrar dos importantes vías de comunicación con Seúl.
Corea del Sur reforzó la preparación y el número de su ejército en el tramo occidental de su frontera por si hubiera una provocación norcoreana, indicó la agencia de noticias surcoreana Yonhap citando una fuente militar no identificada. El reporte no detalló en qué consistían esos refuerzos y el Ministerio surcoreano de Defensa dijo que no podía confirmarlo.
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Aumenta la tensión
La decisión norcoreana, recogida en un comunicado del Comité por la Reunificación Pacífica de Corea sube de forma significativa las apuestas en una crisis que comenzó con una prueba nuclear en Corea del Norte el mes pasado y el lanzamiento de un cohete desde su territorio el pasado domingo. Corea del Sur respondió suspendiendo las operaciones en el parque industrial, una de las represalias más duras que tenía a su alcance.
Pyongyang describió el anuncio de suspensión de actividades de su vecino del sur como una ‘peligrosa declaración de guerra’ y una ‘declaración del fin del último vínculo en las relaciones entre Norte y Sur’. Esta retórica grandilocuente es habitual de la propaganda norcoreana, pero el país parecía estar acompañando las palabras con una respuesta firme a la suspensión de actividades surcoreanas en Kaesong.
En su comunicado, Corea del Norte también incluyó insultos a la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, diciendo que ella había ideado el cierre de operaciones y describiéndola como una ‘mujer malvada y beligerante’ que vive de ‘la entrepierna de su jefe americano’. Ese lenguaje sexista también es habitual en la propaganda norcoreana.
Pyongyang ha cortado los canales de comunicación transfronterizos en el pasado en momentos de tensión con Corea del Sur, pero más adelante se restauraron al remitir el nivel de hostilidad.