El presidente de EE.UU., Barack Obama, ha perdido la batalla en Venezuela y no ha logrado torcerle el brazo a la revolución bolivariana, argumenta la periodista venezolana Érika Ortega Sanoja en este artículo escrito en exclusiva para RT que les presentamos a continuación.
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En América Latina hay un refrán que se ha convertido en chiste popular: «EE.UU. es el único país del continente donde no hay golpes de estado porque no hay allí una embajada gringa».
En Venezuela, cuna de la revolución bolivariana que promueve el socialismo del siglo XXI, hay una embajada estadounidense y en 16 años, sus ciudadanos han sufrido numerosos intentos de subvertir el orden constitucional establecido a través del voto universal.
Bajo el mismo esquema y apoyados por los exponentes del Golpe Suave contra Europa del Este, dos dirigentes de la minoría opositora, Leopoldo López y María Corina Machado, azuzaron a los manifestantes a tomar las calles «hasta que el Gobierno se vaya».
Un año después, estos mismos personajes, involucrados en planes magnicidas, difunden junto a otro opositor, Antonio Ledezma, un documento denominado Acuerdo Nacional para la Transición. Se definen allí las líneas que demarcarían el proyecto de un supuesto nuevo Gobierno, ante el «ineludible derrumbe del régimen» que habría de desarrollarse en un tiempo perentorio.
El planteamiento del documento no es nada nuevo:Disolución de los poderes públicos, la retoma del control de Petróleos de Venezuela con una nueva directiva, la solicitud de créditos al Fondo Monetario Internacional, volver al proceso de privatizaciones, es decir, el retorno al neoliberalismo. Más de lo mismo planteado en el decreto de golpe de estado que 12 años antes ya había promovido el dictador y empresario Pedro Carmona Estanga.