Cuando salieron las primeras noticias de un intento de golpe de Estado en Turquía, los jóvenes que disfrutaban sus tragos afirmaban que no se irían sin beberlos, pero a medida que pasaba la noche las sillas se fueron vaciando y el miedo crecía en Estambul.
Una televisora anunció: “Hay un golpe, hay ley marcial”, gritó el dueño de un local en Estambul y en segundos las sillas se vaciaron. Minutos antes de la advertencia del dueño del local, Ali, habitante del barrio de Besiktas en Estambul, dijo que no quería otro golpe de Estado, mientras helicópteros sobrevolaban la ciudad.
“Este país ha vivido tantos golpes, estoy en contra. No va a funcionar”, dijo mostrando su tatuaje con el rostro de Ataturk, que expresa su amor por el fundador el Estado turco moderno.
“Miren, todos se van a casa por el golpe. ¿Cuánta gente ven aquí? Este lugar debería estar lleno. Este golpe no es bueno, nos va a atrasar 20 años. Los hermanos no deberían derramar sangre”, dijo.
Su amigo Basak concordó: “Este país ha visto muchos golpes y no estamos listos para otro”.
En los alrededores, otros cafés y restaurantes ya habían bajado las cortina después de que militares anunciaran haber tomado el poder.
Las televisiones mostraron a muchedumbres cerca del aeropuerto Ataturk de Estambul para celebrar el intento de golpe de Estado. Otros, en la plaza Taksim, protestaban contra el levantamiento.
Muchos habitantes estaban preocupados o cedían al pánico. Se dirigían a los comercios para comprar agua y a los cajeros automáticos para sacar dinero. Cuando Alí quiso salir, sus amigos le advirtieron: “Mejor espera hasta mañana”, pero en la calle ya había decenas en los cajeros automáticos.
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El caos corona un periodo de agitación política en Turquía de la que se culpa al Gobierno cada vez más autoritario de Recep Tayyip Erdogan, y que ha incluido una reorganización del gabinete y represión contra disidentes y la prensa opositora.
Clave interna y para los aliados
Hasta ayer, el Ejército de Turquía se había mantenido en segundo plano desde los macroprocesos contra la presunta red golpista Ergenekon, de 2013, que llevaron a la cárcel a cientos de oficiales acusados de golpismo, aunque fueron absueltos más tarde.
Las Fuerzas Armadas turcas son el segundo mayor ejército de la OTAN y desde principios del siglo XX ha ejercido mucha influencia sobre el poder civil.
Por tradición, el Ejército es una pieza clave en el país porque, además de mantener el orden y garantizar la laicidad, vela por la integridad territorial.
Para la soberanía turca, libra una guerra contra el grupo armado kurdo PKK, mantiene tensas relaciones con Chipre y con Armenia y tiene vecinos incómodos como Iraq, Siria e Irán.
Las Fuerzas Armadas turcas han participado en misiones de la OTAN en Afganistán y Libia, y están inmersas en una modernización armamentística.