Cientos de policías federales mexicanos rechazan los planes de obligarlos a unirse a la recién formada Guardia Nacional.
Los policías en el centro de comando en la delegación Iztapalapa de la capital dicen que su antigüedad, rango y beneficios no se están reconociendo dentro de la Guardia Nacional, diseñada como fuerza de seguridad civil pero cuya jerarquía es mayoritariamente militar.
La comandante de la Guardia Nacional, Patricia Rosalinda Trujillo Mariel, es una de las pocas líderes de la nueva fuerza que llegó de la policía federal y fue empujada por los reunidos la mañana del miércoles cuando salió a encontrarse con los manifestantes y pedirles que nombraran a representantes para conversar.
“Soy policía federal, respeto los principios de mi institución y quiero dialogar”, gritó Trujillo a los reunidos.
Un representante policial que pidió no ser identificado dijo que los manifestantes esperaban la llegada de Alfonso Durazo, el secretario de seguridad de México, quien supervisa a la policía federal y a la Guardia Nacional. Trujillo dijo que una delegación de manifestantes sería llevada con Durazo para dialogar.
El presidente Andrés Manuel López Obrador le ha apostado a la seguridad de la Guardia Nacional, que inicialmente fue formada por la policía militar y la policía federal, pero también recibió a nuevos reclutas. Ha sido consistentemente desdeñoso de la policía federal, a la que caracteriza como una fuerza de seguridad fallida, y les dio a los agentes militares la mayor parte de la responsabilidad de la Guardia Nacional.
La semana pasada, un recién designado director del Instituto Nacional de Migración pidió disculpas por llamar a algunos agentes federales “fifí” cuando se quejaron de las complicadas condiciones en su esfuerzo por reducir el flujo de migrantes a través de México y rumbo a Estados Unidos.
México envió a 6.000 miembros de la guardia a la frontera sureña para asistir en ese esfuerzo y ha enviado a miles más a su frontera del norte para desalentar los cruces fronterizos sin autorización.
López Obrador dijo el miércoles que ningún policía federal sería despedido y que quienes calificaron para la Guardia Nacional mantendrían su salario y beneficios. Agregó que unirse a la fuerza nueva sería voluntario, pero no especificó qué pasaría con la policía federal que no lo hiciera.
Los críticos dicen que una misión de control inmigratorio podría distraer a la fuerza de su principal responsabilidad de controlar el crimen violento.
México experimenta el mayor número de asesinatos en al menos 20 años, aunque la tasa de homicidios se estabilizó en meses recientes. Durante años, México ha confiado en el ejército para confrontar al crimen organizado, en algunos casos desbandando a las fuerzas de la policía municipal porque estaban infiltradas a fondo. AP